Unidas Podemos: incertidumbre y descomposición. Por Jesús Salamanca Alonso
El resultado de la fallida candidatura andaluza no es otra cosa que la amalgama de rencillas, odios, envidias e incompetencia.
El resultado de la fallida candidatura andaluza no es otra cosa que la amalgama de rencillas, odios, envidias e incompetencia.
Cuanto más ruido menos se oye cómo caen las nueces, vuelan los improperios y se clavan los odios. A eso se acoge el Gobierno para que se eclipsen las amenazas de Podemos y su propia incompetencia en la trama de formar coalición en Andalucía. Y si de paso se silencia el proyecto de Yolanda «Varoufakis» Díaz, pues miel sobre hojuelas. Pero es un hecho que entre bomberos no se pisan la manguera, como entre «mendrugos» no se apedrean.
Bien claro lo dijo la joya madrileña, Isabel Díaz Ayuso, «si no son capaces de aprobar primero de columpios», es mejor que lo dejen antes de que la sociedad se dé cuenta de la inutilidad que le es propia a la extrema izquierda. La trama de la coalición andaluza no hay Dios que la desenrede; con ello se pone de manifiesto que Podemos es el rey del embrollo, la manipulación, la ineficacia y la demostrada incompetencia.
Hoy no hay duda de que la maroma se ha tensado en la coalición comunista de extrema izquierda. No es de recibo que esa amalgama de depravados y depravadas que forman la izquierda del PSOE siga teledirigida por su falso líder, catapultado por Díaz Ayuso al albañal de la nefasta política y ridiculizado tras cada mediocre afirmación.
Pablo Iglesias ni siquiera tiene la categoría de «hiena política» y solo le queda el derecho a seguir siendo proterrorista en su pensamiento. Es su libertad. Y, quien parece que es la única punta de lanza para evitar que se siga desangrando la extrema izquierda comunista, hoy no es más que la muñidora de la falsedad, falsificadora de títulos, cosechadora de mentiras, arreadora de sindicatos botafumeiros, además de caprichosa de la envidia y la venganza.
Unidas Podemos se encuentra frente al fuego amigo. Con amigos así, no hacen falta enemigos. El resultado de la fallida candidatura andaluza no es otra cosa que la amalgama de rencillas, odios y envidias. Hay pánico a la descomposición de la extrema izquierda y al avance de la derecha seria que representa VOX, así como al crecimiento inesperado de lo que sigue siendo la «derechita cobarde» en tanto Núñez Feijóo no demuestre que puede liderarla por los derroteros acertados.
Cientos de envilecidos «mendrugos» tiemblan ante el cercano momento de verse sin sueldo fijo, poltrona asegurada, hamaca vespertina, gin tónic de media tarde y arruinada chulería frente a las colas del paro. La realidad se impone. El proyecto de la ultraizquierda no es más que nubarrones, a pesar de intentar que se limitara a un desencuentro regional. Los enfrentamientos, amenazas y traiciones han sobrepasado la región andaluza.
Yolanda Díaz aspira a arrinconar a Podemos, pero su proyecto lo han dinamitado sus chicas. La descalificada y mentirosa, Ione Belarra, está tan desanimada como toda la tropa a la que abandera. Incluso comprueba que Yolanda Díaz se la ha metido atravesada a Pablo Iglesias y eso no lo pueden soportar en la extrema izquierda.
Ya no se oculta la fría relación entre Yoli y Belarra. Es una relación de odio que suma odio y resta progreso y eficacia. Tragan en todo por seguir en el Gobierno a toda costa, como ha tragado hoy Nadia Calviño en una foto solo con hombres: deduzco que ha empezado a distinguir entre el feminismo elegante y de valores que representa Díaz Ayuso y la imbecilidad que representó ella en la foto despreciada de hace unos días: con tal de agasajar al emir de Qatar y a su séquito, si hay que demostrar majadería, pues se demuestra, aunque al día siguiente vuelva a despreciar lo de fotografiarse solo con hombres que le enmiendan la plana a diario. Debe pensar Calviño que el emir y su séquito no son hombres. ¿Qué habrá pensado que son?
La relación entre IU y Podemos ya es una factura subida de coste. Los votantes huyen despavoridos y buscan sombra donde creen que hay futuro y prebendas. Es precisamente ahí donde entra Iglesias en el escenario carcomido de la extrema izquierda comunista, pero sin renunciar a teledirigir la formación que él mismo destrozó y envenenó.
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y daño en los bajos. Hoy, Pablo Iglesias es el hazmerreír de la política más despreciable, el bolo que colocó a su barragana sin preparación ni sentido común y el falseador de aquel 15M que alentaron otros jóvenes. También se pilla antes al comunista que al cojo.
Podemos ya es incertidumbre y descomposición. La formación desaparecerá del escenario político. Es el momento de que Podemos se marche del Gobierno porque, de lo contrario, el PSOE se deshará de tanta mediocridad antes de las elecciones generales.
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