Noticias de Cantabria
02-08-2011 14:52

De insomnio y ex adolescencia

A veces me gusta escribir. Pero no en ese papel blanco de 80 gramos que se usa para coger apuntes en una mañana de Noviembre. Me gusta el papel de sucio, de borrador, el que se tira. Ese que te invita a tachar, retachar, y permitirte el lujo de garabatear con desgana.

A veces me gustaría tener la capacidad de llenar esas hojas con fantasías que inciten a seguir leyendo; otras, como hoy, usarlas como instrumento de descarga y cavilación.

Nunca fui una mujer de letras, ni especialmente humanista. Ni siquiera reflexiva. Más bien todo lo contrario: resolutiva, perfeccionista y por ende profundamente inconformista. Con frases como esta incluso me doy cuenta de lo fácil que es llenar el papel con sentencias catastrofistas que denotan apatía. Esas que en momentos de bajón todo hombre o mujer toma como dogma de fe. Esas frases que aparecen de manera automática para torturarnos en el subconsciente. Y digo subconsciente a propósito, pues están tan interiorizadas que cualquier suceso negativo nos sirve de excusa para darlas validez universal.

 Me pregunto por qué semejantes ideas apocalípticas no aparecen cuando estamos en lo más alto para aumentar si cabe la plenitud de ese momento. Me estoy imaginando a amigos varios leyendo este inventario de absurdeces. Y me estoy imaginando lo que me dirían acto seguido.

¡Coño, si parezco una pirada! Pues nada más lejos de la realidad. El camino hacia la madurez tiene recorridos caprichosos en ciertas personas. A mi me ha dado por creerme Ortega y Gasset y comer frutos secos mientras escucho a Belén Esteban defender su linaje familiar. A Dios gracias que no me ha dado por teñirme el pelo rosa y tatuarme “sólo se vive una vez” en mitad de una teta.

En fin… la conclusión de esta carta no puede ser más simple: no hay nada detrás. La vida no es una competición con un jugoso premio en la meta. Es una caja vacía, despojada de todo atisbo de idealismo una vez guardado en su interior. Si enfocamos esa vida hacia la obtención de una recompensa que nunca llega, estaremos destinados al fracaso y la frustración.

 Porque en la vida lo importante no es el contenido, sino el continente, la propia forma que nosotros queramos darle. ¿Y por qué? Porque la vida no se puede controlar. La vida la guías, la conduces pero sobre todo la aceptas. Y lo haces con esas salsas que lleva de aliño en forma de imperfecciones e imprevistos. A fin de cuentas, ¿no son estos ingredientes los que precisamente luego marcan los puntos de inflexión? ¿Los que nos colman de alegrías o los que más nos sorprenden? Lo duro no es autoengañarse y creernos dueños de una vida, que por mucho que nos pertenezca, no deja de estar marcada por un destino que no conocemos. Lo duro, amigos, es dejar de hacerlo.

 

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Comentarios(4):

A.l. - 03-08-2011

MUY BUENA REFLEXION,LUEGO DICEN QUE LOS JOVENES SON INMADUROS.HABRA DE TODO COMO EN TODAS PARTES,QUE PENA QUE MUCHOS DE NUESTROS JOVENES QUIE SE ENCUENTREN EN UNA SITUACIÓN PENOSA LABORAL Y NO PUEDAN EXPLOTAR SU POTENCIAL

cmv - 03-08-2011

mi enhorabuena,victoria es fabuloso ,de veras....espero k todos ,nos demos cuenta , de lo verdadero y sincero d tu articulo..porque lo es ...y sinceramente..t hace reflexionar...gracias..xikitina...un beso

@luap - 02-08-2011

Simplemente grandiosooo!!!!

CMM - 02-08-2011

Un gran art Victoria Enhorabuena