Noticias de Cantabria
Opinión 04-03-2024 12:47

"Los floreros y la evolución de las palabras". © jmm caminero

No es un artículo literario de opinión el lugar de análisis exhaustivos filológicos y lingüísticos y fonológicos y semánticos, pero algo de todo ello, tenemos que insertar, igual que mezclamos algo de antropología o psicología o sociología o política o historia o geografía o filosofía o metafísica o matemáticas.

 

El lenguaje y la lengua es creatividad, van cambiando a lo largo de las décadas. Unas palabras más que otras. Van adquiriendo nuevas significaciones.

No es un artículo literario de opinión el lugar de análisis exhaustivos filológicos y lingüísticos y fonológicos y semánticos, pero algo de todo ello, tenemos que insertar, igual que mezclamos algo de antropología o psicología o sociología o política o historia o geografía o filosofía o metafísica o matemáticas. Todo eso es lo que combinamos y mezclamos, una vez y otra, mezclando y combinando significantes y significados.

El que se acerca a beber o sorber palabras de una columna periodística, sabe que recibirá, no un tratado sobre un tema, sino pequeñas pinceladas impresionistas sobre una temática o cuestión. Un algo que necesariamente usted debe completar y complementar y añadir y quitar y sorber y resorber.

Una de esas palabras o cosa o realidad o ente, es el de florero. Un objeto que en todas las casas existía hace años, lleno de flores, y que ahora, quizás, ha quedado como cerámica, pero no siempre lleno de flores, suponemos que en las altas casas de las clases medias altas para arriba, todavía recibirán flores de verdad, en otras, de tela. Antes, hace décadas en todas las casas había floreros, aunque sean con flores de plásticos, se vendían una gran cantidad de ellas, existían muchos modelos y diseños y formas y colores. Suponemos e imaginamos que la mayoría de personas que vivían en ciudades y barrios de ciudades eran oriundos del medio rural, y, era lo que les recordaba en sus inconsciencias de sus pueblos, hubiesen sido buenas o menos buenas ?me estoy refiriendo a esos años sesenta y setenta del siglo anterior-.

La palabra florero de vegetación y adorno y flores y estética pasó después a ser aplicada a personas, mujer-florero, hombre-florero, con significados y significantes, a mi entender no bondadosos en muchos casos, no estéticamente propicios, ni halagüeños, ni misericordiosos, ni piadosos? al aplicar esa palabra-adjetivo a una persona, se le estaba denigrando de alguna manera. Y, cada persona es y tiene una dignidad enorme/ilimitada, sea en la interpretación kantiana, del concepto de dignidad humana, sea en la concepción monoteísta de las religiones, toda persona tiene alma-espíritu inmortal, -algo que solo ha sido creado por Dios, y, en eso, todo el mundo, todo el mundo tiene la misma y esencial igualdad, todo el mundo es y tiene el mismo valor-.

Los humanos llevan el dolor en sus labios y en sus ojos, también sus alegrías y sus felicidades.

Encontrar ese equilibrio que el dolor no doble la espalda de los hombres, y, que las alegrías no les lleven a las torres de la soberbia. Ese proceso es lo que todo ser humano tiene que ir intentando domesticar, que en tiempos difíciles, nadie quede hundido en la tierra y el polvo, y, en tiempos de glorías, nadie se crea superior a nadie. Porque al final, todo el mundo, es superior en algo a los demás, todo el mundo es inferior en algo a los demás, todo el mundo, en casi todo está en el medio como todos los demás?

Pero los floreros también nos enseñan, que la realidad humana es polivalente, todo o casi todo es un objeto o un ente, que a su vez, tiene significados antropológicos, psicológicos, sociales, culturales, religiosos diversos? todos nos llevan a una historia individual y colectiva y personal, todos nos arrastra a un conocimiento de nosotros mismos si nos fijamos. Todo es simple y es complejo. El florero nos puede enseñar que al lado de usted, todos los días, en su casa o en la calle, atraviesa cientos de objetos o de entes, que no damos importancia pero que están con nosotros. Un determinado reloj, un botijo, una tresillo, una docena de copas de mayor o menos calidad estética o valor económico

Vivimos con cientos de entes que denominamos objetos. Los objetos nos completan y complementan, los objetos y las cosas y los entes nos hacen ser y estar en el mundo.

El grave problema es cuándo no somos conscientes, y, por nuestros intereses, convertimos a los otros, personas como nosotros en objetos. No es el peligro cuándo a los objetos los tratamos como objetos, como cosas o como entes, con más valor o menos a y en todas las dimensiones. El gran problema es cuándo al otro, digamos la palabra o no, cuándo al otro, lo tomamos como objeto, cuándo al otro lo tomamos como florero o a la otra. Ese es el gran drama de nuestros tiempos, hoy, nadie diría que una mujer es una mujer-florero o un hombre es un hombre-florero, pero hoy, lamento decirlo, hoy se tratan a demasiadas personas como mujeres-floreros y como hombres-floreros.

Es nuestro drama, un alto nivel moral en las Constituciones Legislativas, pero en la práctica diaria y rutinaria, nos saltamos, demasiadas reglas morales y éticas de la moralidad natural descubierta hace siglos o milenios. La moral natural que es el antecedente de los derechos humanos nos los saltamos cuándo queremos? pero siempre utilizando grandes razones que son erróneas falacias y sofismas, erróneas casi siempre?

 

Sé el primero en comentar