Y nos lo queríamos perder...

Debió jugar poco de pequeño, en fin. Es tanta desesperanza y la desconfianza en el Gobierno que la subida que han experimentado en marzo las afiliaciones a la Seguridad Social es de gente que ha encontrado trabajo -como sea, ríase usted de lo del despido barato, estos sí- al margen del sistema: no del que te busca el INEM sino por su cuenta, y no del que protegen so pena de huelga los representantes de los trabajadores fijos, o sea, los sindicatos 'de clase' CCOO y UGT. De esto tendríamos que estar hablando sin parar; pero* se cruzó la actualidad.

Aunque lo importante era el paro (es el paro); jueces y políticos dieron ayer un verdadero recital. Primero que el ex presidente popular de Baleares, Jaume Matas, había logrado reunir bien de mañana la fianza de tres millones de euros que le pedía el juez José Castro; después las reacciones a las andanzas del "club de los 50.000 folios" de la Gürtell, como ya se le ha empezado a llamar; que Cospedal dice no tener "miedo a nada", que Esperanza Aguirre niega "la mayor", que Rajoy no habla, que de la Vega observa que su silencio "podría llegar a interpretarse como una justificación" de la trama corrupta* 

En estas, va el  juez del Tribunal Supremo Luciano Varela y, ¡zas!, activa el mecanismo de la suspensión cautelar en sus funciones del juez Baltasar Garzón al estimar que "ha lugar a proceder" contra él por un presunto delito de prevaricación en el caso de las fosas del franquismo. Todo entre el desayuno y la comida. Y de postre, que  la Fiscalía de la Audiencia Nacional pedía 12 años de cárcel para Arnaldo Otegi, Rufi Etxebarria y Joseba Permach como presuntos dirigentes de la organización terrorista ETA, 10 años para otros 20, y que se dicte la disolución e ilicitud de Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y Batasuna, que como es sabido ya están ilegalizadas; fue el remate del pastel. ¡Un respiro, por favor!