Noticias de Cantabria
08-11-2008 13:41

Un comercio justo y transformador

El comercio justo, o intercambio económico basado en una relación justa, es un aspecto de la actividad económica que concierne, tanto a los trabajadores(as) implicados(as) en las distintas fases de la cadena de producción y comercialización (a quiénes producen, embalan, transportan, prestan servicios, comercian, etc.) como a los clientes consumidores del producto y/o servicio.

El Comercio Justo, el Consumo Responsable y las Finanzas Eticas, prácticas que promueven el desarrollo y que apuestan por la sensibilización e implicación de la ciudadanía en las relaciones entre los países del Norte (desarrollados) y del Sur (países en vías de desarrollo), forman parte del proyecto Una economía para el desarrollo, realizado por ACSUR, en colaboración con varias organizaciones y redes con experiencia en las temáticas que se abordan, dirigido a profundizar y difundir estas acciones, cuando el actual modelo basado en el crecimiento sin límites, en el beneficio desmesurado y en una economía especulativa se encuentra en una grave situación de crisis que nos afecta a todos y todas.

El Comercio Justo tiene, por tanto, un doble objetivo:

1. Crear actores críticos en toda la cadena económica.
2. Desarrollar espacios de prácticas alternativas que se articulen en redes locales y globales, que favorezcan las condiciones para amplias movilizaciones sociales.

Por tanto, no se trata de esperar, de nuevo, a una etapa de crecimiento cuantitativo para transferir más recursos a los países en desarrollo, sino de cambiar los ámbitos y los hábitos de producción, el comercio y el consumo.

Intentar que los productores de los países en desarrollo vivan dignamente es muy importante, pero este hecho no debe ocultar la precariedad de las personas, en su mayoría inmigrantes, que trabajan en los invernaderos de Almería o la fresa de Huelva.

La equidad en las transacciones comerciales consiste en darle una remuneración equitativa a quién produce, quienquiera que sea y donde quiera que esté, a los asalariados(as) si se trata de una empresa y a los(as) intermediarios(as) indispensables.

Como comercio justo y transformador se debe entender unas relaciones equitativas globales que proponen una solución alternativa y nos incitan a cada uno(a) de nosotros(as) a reflexionar sobre los actos de compra y sobre la sociedad en la  que queremos vivir.

El Comercio Justo no pretende crear un sistema paralelo de comercio, sino transformar el comercio existente hacia unas prácticas más justas, que tengan en cuenta la persona y el medioambiente compatibles con un beneficio económico sostenible.

Queremos traer a colación el sector de la producción de algodón y la industria textil, como ejemplo del sistema comercial dominante al menos hasta la actualidad, ya que este sector da trabajo a más de cien millones de personas campesinas y procesadoras de algodón y a más de dos millones de personas –la mayoría mujeres- en la industria del vestido, por lo que adquiere especial relevancia, como motor de crecimiento económico en los países industrializados, y un enorme impacto social y ambiental.

Los sectores del algodón y manufacturado textil se caracterizan por importantes problemas laborales, comprometiendo la salud y la seguridad  de las personas trabajadoras y violando, sistemáticamente, las normas del trabajo, tanto local como internacionalmente.

Estos problemas afectan a las comunidades productoras de algodón, a las personas que trabajan en la industria textil, al poderoso sector de las grandes marcas de ropa y, como no, a consumidores(as) que fomentamos y consolidamos este modelo de relaciones a lo largo del tiempo. Todo ello agravado por las políticas que han venido favoreciendo las desigualdades y el injusto reparto de la riqueza entre el Norte y el Sur.

La sobreproducción de algodón en el mundo, acompañada de la política de subsidios a la exportación de los Estados Unidos y la Unión Europea, han causado una fuerte crisis de  los precios, que han obligado a los países productores del Sur a reducir sus precios a “toda costa” con el fín de mantener un cierto nivel de competitividad.

Competitividad que ha llevado a la industria textil y de la confección, a la deslocalización de sus actividades, buscando países con mayor permisividad laboral y medioambiental. Las grandes empresas y marcas del sector ejercen una enorme influencia permitiéndose imponer condiciones cada vez más desfavorables para los(as) trabajadores(as) del Sur.

Estacionalidad e inseguridad en el trabajo, largas jornadas laborales, explotación infantil, salarios bajo el mínimo y graves problemas para la salud de agricultores, son algunos de los problemas permanentemente denunciados en gran parte de los cultivos convencionales de algodón y en las fábricas –las conocidas maquilas- de la manufactura del algodón.

Esta situación de precariedad laboral y violación sistemática de derechos humanos afecta hasta el 80% de los(as) trabajadores(as) de la industria del vestido que producen ropa y complementos para las grandes cadenas multinacionales.

La obsesión por el aumento de la productividad, promovida por los intereses de las grandes multinacionales de la manipulación genética, ha fomentado el monocultivo y el cultivo transgénico de algodón; una producción que atenta contra el medio ambiente y la biodiversidad, convirtiendo a nuestro ecosistema en un medio altamente vulnerable.

El uso desmedido del agua, el abuso de pesticidas y herbicidas en los cultivos convencionales, a lo que se añade el empleo de sustancias tóxicas para el tinte y blanqueo en las fábricas de manufactura, son factores altamente peligrosos para nuestro entorno y nuestra salud vivamos donde vivamos.

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Comentarios(1):

Lidia - 12-05-2009

Que esto lo diga alguien que vive de una ONG no tiene ningun tipo de fundamento...