Noticias de Cantabria
28-01-2011 09:00

Recuerdos de otros tiempos.

Ha pasado ya más de medio siglo desde que llegué por vez primera a un aula, como alumno; ahora que las he abandonado, como profesor, quiero hacer alguna reflexión y compartirla.

En estos años –más cortos de lo que parece- he tenido la oportunidad de ver la educación desde muchos ángulos: como alumno, he ido a una escuela unitaria, a un colegio religioso, a un colegio menor, a un centro de formador de maestros, a una universidad pública, a una universidad extranjera,… Y como docente, he visto la educación desde la formación de adultos, desde un colegio, un instituto, he sido tutor, secretario, jefe de estudios, director,.. y también he visto la educación desde la atalaya de un sindicato docente, desde una concejalía de educación, desde el Consejo Escolar del Estado, desde el Consejo Escolar de Cantabria o desde el mismo Consejo Social de la Universidad… Todo ello me ha enriquecido personalmente y me ha permitido –y me permite- ver la educación desde muchas aristas.


Aún recuerdo nítidamente aquella primera escuela que frecuenté, unitaria, cuyo edificio aún existe; tenía una buena construcción, con un gran frente acristalado al sur, por dónde penetraba el calor del sol y el frío invernal, especialmente por los huecos sin cristales. En aquellas típicas mesas bipersonales con agujero y tintero, se impartía docencia a medio centenar de alumnos de todas las edades; no tenía servicios higiénicos y, como calefacción, una vieja estufa de “salamandra”, que se alimentaba con la leña que aportábamos los alumnos; tenía una chimenea por cuyos agujeros devolvía parte del humo a la clase. Al final del curso solíamos rascar las mesas con cristales y encerarlas y aún conservo el recuerdo fresco en mi memoria de aquellas tardes en que el maestro, Don Máximo, leía y casi teatralizaba capítulos de la obra de Amicis, “De los Apeninos a los Andes”, lo que nos hacía brotar alguna lágrima en medio de una expectación general. Aquél ambiente me recuerda a los versos de Antonio Machado:


Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.


…Mucho han cambiado las cosas en este medio siglo que ha pasado: los actuales centros educativos son modernos, amplios, confortables, poseen biblioteca, laboratorios, medios informáticos,… Cada docente, especialista en un área de conocimiento, atiende a un grupo homogéneo de alumnos, mucho menos numeroso que antaño; los mismos docentes hemos tenido muchas más oportunidades de formación y de medios a nuestro alcance. Los padres, los nietos de aquellos padres, tienen una actitud y mentalidad muy diferente, más moderna dicen algunos…


Los alumnos, como siempre, niños que pretenden ser adolescentes y adolescentes que pugnan por ser adultos, con muchos más medios que hace décadas, con la posibilidad de acceder a cualquier información y conocimiento, con la apariencia de venir ya de vuelta de muchas cosas… Yo, aún recuerdo la primera televisión que comenzó a funcionar, allá en los años finales de la década de los cincuenta, lógicamente en blanco y negro, de escasa nitidez y programa único.

Nosotros, hace ya medio siglo, éramos medio tímidos, miedosos, recatados y prudentes, pero muy educados y respetuosos, especialmente con las personas mayores; éramos muy conscientes de que el esfuerzo en el estudio nos podía ofrecer una vida mejor que la de nuestros padres. Ahora, muchas cosas han cambiado y me temo que no siempre a mejor…


No seré yo quién afirme que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, pero en los tiempos que corren, con mejores medios materiales y personales, muchas más posibilidades sociales, mayor presupuesto público, etc., no estoy seguro que nuestros jóvenes estén mejor formados que los de décadas pasadas. Probablemente el sistema educativo, todos los sectores, toda la sociedad, debiéramos de hacer una seria reflexión… ¡Y de forma especial, quienes hoy ostentan la responsabilidad de su gestión!.

 Fotos:

Curiosas fotos que ilustran las anteriores vivencias y reflexiones, una foto escolar con  mis compañeros y el maestro, Don Máximo,  en mi primer curso  (1958-59) y la enciclopedia que utilizábamos por aquellos años.

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