Noticias de Cantabria
02-03-2011 14:00

Los profesores V

En esa escuela unitaria dónde realicé mis primeros estudios y que he descrito en anterior artículo, el maestro era el crisol dónde se miraba todo el pueblo y él y toda su familia debian ser un ejemplo para todos; su autoridad moral y científica era indiscutible.

Este maestro, junto con el cura, el boticario, el médico y el alcalde pedáneo constituían las llamadas “fuerzas vivas” del lugar, arrimándose alguna vez algunos “caciquillos” y personas de posición económica solvente…


El maestro acompañaba a los alumnos a Misa los domingos, así como en aquellas fiestas especiales (Corpus, día en que yo hice la Primera Comunión), Miércoles de Ceniza, Mes de Mayo, etc. y utilizaba algunos métodos, como la “vara” (que solíamos aportar nosotros mismos) y la “regla” para mantener la disciplina y el progreso escolar; cuando esto sucedía, a nadie se le ocurría comentarlo en casa, pues seguro que nuestros padres iban a dar la razón al maestro y podíamos recibir “ración doble”, ¡por si acaso!.


¿Ahora? Si un maestro o profesor reprende, habitualmente con razón, a un alumno, le pone la nota que éste cree que es injusta,... puede aparecer el padre o la madre, o ambos, y armar una zapatiesta; y yo he presenciado algunas que son de alucinar, pues demasiados padres dan siempre la razón a sus retoños, los cuales, ya creciditos, siempre se van a creer en la razón, que acabarán imponiendo a estos mismos padres, cuando ya no es posible enderezar el rumbo de su conducta. En una ocasión le dije a una madre que “quién escupía para arriba, podía caerle encima”; quiso la mala ¿suerte? que, años más tarde, esto sucediera así. ¡Y de qué forma!. Circulan por la red informática dos viñetas de un alumno que llega a casa con malas notas: en la de hace cuarenta años, los padres le riñen y conminan a estudiar más para obtener mejores resultados; en la actual, estos padres van a pedir explicaciones al profesor por el suspenso de su retoño…


Aquél maestro de la escuela de mi pueblo, Don Máximo, fue quién aconsejó a mis padres que prosiguiera estudios y tras varios años de formación, acabé siendo maestro, docente, actividad que inicié en el Principado de Asturias, dando clases a los mineros de las minas de Hunosa y que he finalizado recientemente en el IES Alisal de Santander. Han sido cuatro décadas de profesión, que me han reportado muchas satisfacciones…


En mis primeros destinos, recuerdo las carencias materiales, el hacinamiento de los alumnos, el interés de los padres por la formación de sus hijos y la ilusión que observaba en todos mis compañeros, en aquellos años en que acababa de publicarse la Ley General de Educación de 1970, que considero ha sido la disposición legal de mayor impacto positivo en el desarrollo de la Educación en España en todo el siglo XX. En ninguna otra época hubo tanto interés e ilusión desinteresada por parte de los docentes en formarse, adaptarse a los nuevos tiempos sociales y políticos de aquella España de los años setenta. ¿Alguien recuerda las actividades del ICE?, ¿Los nuevos Institutos y Colegios que se construyeron por toda la geografía cántabra?, ¿Las concentraciones escolares que surgieron?...


Después, los sucesivos Gobiernos han estado, cual Penélope clásica, haciendo y deshaciendo disposiciones legales, sometiendo la Educación a la discusión permanente, variando los principios, volviendo locos a los docentes y alumnos con cambios continuos, de forma que aún no se había asimilado uno, cuando ya habían legislado el siguiente…


…La Ley General de Educación estuvo precedida de un Libro Blanco; después cada Gobierno ha querido tener su propia Ley y se puede afirmar que en estas últimas cuatro décadas, ningún alumno ha finalizado sus estudios obligatorios con la misma Ley Orgánica con la que los comenzó, hasta el punto de que algunas (léase, la LOCE) sólo han durado un par de años, porque llegó una nueva Administración Educativa e hizo “su Ley” (La LOE); curiosamente, ha tenido que retomar algunos de los aspectos positivos de la anterior… Incluso hace unos días he oído a alguna autoridad educativa afirmar que sí era una buena ley. ¡A buenas horas, mangas verdes!.


Ante esta situación de desorientación política, con unos alumnos que se están enseñoreando de todos los espacios, también el escolar, con una sociedad que valora mucho menos la función docente y unos padres permisivos y en algunas ocasiones irascibles con el docente, no nos extrañemos que muchos de estos docentes estén en un momento crítico; baste recordar los datos, preocupantes, del acoso (a los propios alumnos y a muchos docentes), que está lastrando la vida escolar y poniendo en entredicho la autoridad moral y científica de los docentes (hay que aclarar que esto mismo está sucediendo con la profesión médica, con las fuerzas del orden y seguridad, etc., lo que también es un problema preocupante). No es muy infrecuente que docentes sean amenazados y agredidos por alumnos y padres.
Hoy los profesores, probablemente los mejores preparados de toda la historia, han perdido autoridad, con casos extremos en que se producen amenazas y agresiones y la llamada, eufemísticamente, “violencia de baja intensidad”. Esto produce una gran frustración y debe exigirse una conciencia social, promovida por la Administración, para que exista una buena relación profesor-alumno y con el apoyo de los padres.
Y ante esto, ¿Quién defiende a los docentes?


¡Lamentablemente, nadie!. La sociedad la ha emprendido con ellos, desprestigiándolos y quitándoles la autoridad; con la Administración, ¡que no cuenten!, salvo para inspeccionarles y ver dónde les pueden hacer un “roto”, actitud a la que se suman algunos equipos directivos. Los sindicatos docentes debieran de ser sus máximos defensores, pero con la actual Administración Educativa, algunos parecen estar paniaguados y bien “engrasados”, así que callan (¡Y supongo que otorgan!, con su silencio cómplice ante decisiones tan absurdas como aquella de “recuperar” a los alumnos de la ESO en cinco días y después hacerles los exámenes finales para que aprueben lo que no han sido capaces de hacer en un curso entero. Por cierto, en los últimos días sí han puesto el grito en el cielo contra la Consejería por el tema de las Oposiciones, asunto dónde la Administración ha estado descolocada, pero también como si presintieran que estamos acercándonos al final de un ciclo político.


A los docentes, ahora les pueden reducir el salario ¡Y se le reducen!, les añaden más y más funciones, les complican con un continuo papeleo burocrático, les inspeccionan si suspenden mucho, si aprueban a todos, si no hacen perfecto el Plan de Centro o las programaciones o no aplican bien las “competencias”,… en un casi acoso permanente, lo que hace que muchos compañeros no se encuentren en las mejores condiciones para ejercer tan alta función. Desde luego no existe carrera docente que estimule y la Administración muestra un total conformismo con la situación actual; incluso con los resultados del Informe PISA, producto de la actitud de toda la tribu, aunque en algunos sectores no dudan en endosárselo a los docentes.


A veces, hay que reconocerlo, tampoco hemos estado muy finos, pues aquellos centros autoritarios han devenido a otros dónde a veces los docentes quieren ser colegas de sus alumnos, ¡Qué error, qué tremendo error!, y ello ha resquebrajado la disciplina y la relación docente-discente. En estos tiempos que corren, también a muchos profesores les da miedo hablar de autoridad, a poner límites a los alumnos sobre los que actúan y éstos reconocen la realidad de las aulas cuando se les inquiere sobre ello.


La solución no es nada fácil, pero se precisa un rearme moral de toda la sociedad para valorar adecuadamente la función docente, pieza básica para la búsqueda de una educación de calidad, que nos permita dentro de no mucho tiempo alcanzar mejores resultados en los próximos Informes PISA, pero sobre todo unos centros educativos dónde toda la “tribu” (padres, profesores, alumnos,…) se encuentre más satisfecha.


Si a esto le añadimos que es preciso despolitizar la acción educativa (aquel dicho de que “cuando la política entra por la puerta, la educación sale por la ventana”), para que la actividad docente no se vea  presionada por los gobiernos de turno y los docentes actúen libre y profesionalmente, estaremos ante el principio de la mejor solución. ¡Yo quisiera ser optimista!.

 

 

Pie de foto.

Ha pasado ya más de medio siglo desde que yo utilizara esta Enciclopedia, que nos trae a muchos recuerdos de nuestra infancia escolar. La Enciclopedia atesoraba toda la ciencia escolar de entonces, el maestro era un referente de la autoridad científica y moral, los padres tenían una autoridad indiscutible sobre sus hijos y los demás nos merecían el respeto total…

…Pues en estos tiempos quizás estemos necesitados de referentes que nos conduzcan de forma clara hacia unas mejores perspectivas educativas; quizás los mensajes contradictorios que emitimos los docentes, los padres, la sociedad, los potentes medios de comunicación, etc., están desorientando a nuestros jóvenes.

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