Noticias de Cantabria
18-02-2012 18:21

La era de las mafias

No hay nada mejor que inaugurar la participación en un blog con las reflexiones de una post clase de idiomas: ¿mi cabeza? Un desierto baldío de ideas. ¿Mi bolígrafo? La clave del tema de hoy.

Andaba yo sumida en la indeferencia entre el “mein name ist…” y el “ich heiβe…” cuando de repente, y tras años de rutina estudiantil aparentemente hoy jubilada en un lugar de cuyo nombre mi cerebro no quiere acordarse, me he dado cuenta de que a mis 26 años sigo escribiendo con un bic. Hoy, en un mundo que se recicla cada dos ligas de fútbol o 24 meses de contrato telefónico, el bic se ha ganado el lugar como objeto perenne de la generación del 80. Hay modas que no pasan de moda y esto me encanta. Si bien es cierto que esta es una temática ya muy mañida por las plumas de los bloggeros más aguerridos, a mí es un tema que aún me inspira maldades.

No sé si será el 2 del milenio o el 10 de la década, pero en este 2012 yo, fan de Windows 2003 y de la moda leggin que instauró Marujita Díaz en su affaire con Dinio, acepto con amargura la llegada de la era de las mafias. Término extensible a distintos ámbitos de la vida moderna, gobiernan nuestra vida de uno u otro modo. Positivas o negativas, el gusto está en el consumidor: mafias alimenticias, tecnológicas, de moda, musicales e incluso sociales.

Me pongo toda tensa intentando poner ejemplos concretos. No por escasez, ¡sino por la abundancia! No es la primera vez que veo en el metro al típico adolescente en el apogeo de su pubertad leyendo en kindle mientras chequea su email en el iphone última versión. Es justo en ese momento, cuando tienes el descaro de mirarle sus playeras raídas por las patadas de los 20 últimos partidos de fútbol con sus amigos. No le preguntes por qué no se compra otras: “puedo tirar con estas, no tengo dinero para unas nuevas”. ¿Pero qué ironía es esta? Por supuesto, no nos olvidemos de mafias aún más absurdas. Lo más in es la camorra alimenticia: ¿qué tus amigos se vuelven vegetarianos? Siempre encontrarás a alguien que movido por la tendencia del momento y carente de todo sentido crítico ante la pregunta ¿por qué lo hago?, se vuelva de repente el mayor consumista de tofu de su grupo “paz y amor”. Por supuesto no critico la decisión del que se somete a la voluntad de sus convicciones de manera consciente, racional y justificada; sino a las alimañas despersonalizadas que se dejan llevar por lo fashion del concepto. Sin embargo, no es ninguna de las anteriores la que me mueve a gritar un “oh my god” con cara de haber bebido café con sal. Con sorpresa he descubierto un nuevo tipo de mafia que yo defino como presentismo social. Gente que está en sitios, fiestas, reuniones o congregaciones en los que nada comparte y en los que en nada participa. Gente que está sin estar, es la superficialidad de una presencia fingida en un círculo social en el que no se quiere estar. Gente que ni cree en donde está, ni se siente cómodo. Es el aparentar que se encaja cuando no se hace. Alguien me dijo una vez: “aprende a vivir con los demás o a convivir contigo misma”. Yo digo, a veces no hay un “demás” que sustituya la paz de sentirse en paz con tu manera de actuar. 

Hay que ser muy salmón para nadar a contracorriente en las aguas de hoy, gobernadas por una corriente de mafias de diversa índole y magnitud. Yo me siento  salmón y mis branquias aumentan a la velocidad que lo hace el monopolio de estas mafias. Si llego a desovar, sólo lo dirá el tiempo. Mientras tanto el objetivo es claro: ser yo misma. Prefiero ser la friki que come bollicao en la merienda, a la guay que se pierde el placer de pasar las páginas del libro que te emociona porque usa un kindle desalmado.

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