Humo sobre las ONGs

Desde hace una semanas, el mundo de las ONG está teniendo una presencia importante en algunos medios de comunicación aunque, lamentablemente, por motivos más próximos al sensacionalismo que a la información rigurosa.

Estamos a favor de una información “rigurosa”, es decir, bien documentada, que contrasta las fuentes, una información “crítica”, que analice la realidad del sector sin paños calientes; una información, en definitiva, que se dirige a ciudadanas y ciudadanos que quieren informarse sobre la actualidad, no a compradores de periódicos en función de titulares de primera plana que parecen escritos con tubos de neón.

Es frecuente que desde algunas ONGs se pida a los medios de comunicación, de una forma más o menos explícita, un tratamiento benevolente de su papel y sus actividades, que se justificaría por razones de “la misión humanitaria" que realizan; sin embargo, es muy infrecuente que esas mismas ONGs hagan autocrítica sobre el impacto, la eficacia y la transparencia de esas actividades. Ambas actitudes son contradictorias con una buena política de comunicación que es el sentido más genuino de la "transparencia", referida habitualmente a aspectos meramente contables.

En ACSUR-LAS SEGOVIAS, como nos consta sucede en muchas otras ONGs, somos los primeros interesados en ser objeto de la atención del buen periodismo, no de aduladores y en mostrar a la ciudadanía una evaluación crítica de nuestro propio trabajo, que se basa en la solidaridad y no en despertar el paternalismo y la compasión, ni hacia los pueblos del Sur ni hacia nosotros mismos.

Las críticas que nos merecen algunas de las informaciones publicadas, habituales en la mayoría de los medios de comunicación, no se basan en que hayan sido “poco constructivas" sino en que han tratado a sus lectores con menos respeto que a las ONGs, al utilizar humo y sensacionalismo en vez "luz y taquígrafos".

Sin embargo, si bien las informaciones han sido malas, existe un problema real, de fondo, que afecta a todo el sector. Porque los casos de presunta corrupción de Anesvad e Intervida, ocultos por la falta de "transparencia" de esas organizaciones y del que estarían a salvo las demás ONG transparentes y dotadas de códigos éticos, constituyen la manifestación extrema de una enfermedad que viene contagiando al sector desde hace años: “la privatización de la cooperación al desarrollo, la adopción de los métodos, criterios operativos y valores más repudiables del "sector privado" y en particular, la consideración de las personas no como ciudadanos, sino como clientes-donantes”.

El “éxito” de Intervida se ha basado en la eficacia de su publicidad para captar “padrinos”, en dura competencia con el cada día mas amplio pelotón de ONGs dedicadas a los “apadrinamientos”, un producto que se ha extendido como una mancha de aceite y que constituye, sin duda, el de más éxito en el negocio de la caridad, especialmente en nuestro país.

El apadrinamiento es la expresión mas clara de la caridad tradicional, basada no en razones, sino exclusivamente en reacciones compasivas que sólo reclaman, a cambio de su donación, una compensación individual: en este caso, la foto, las cartas de los “ahijados” y toda la demás parafernalia del kit del producto. Es por ello un producto tan simple como manipulable: la simplificación explica su éxito y la facilidad de manipulación explica casos como el de Intervida.

Desde el punto de vista de ACSUR-LAS SEGOVIAS, esta simplificación explica, también, por qué la publicidad de las ONGs de apadrinamientos es prácticamente idéntica en sus mensajes y sólo se diferencia en su potencia económica. La “cuenta publicitaria” de Intervida debe ser impresionante, y en eso se basa su buena imagen en unos medios de comunicación “que, parafraseando a Ignacio Ramonet, tienen como función fundamental vender clientes a sus anunciantes”.

Para ACSUR-LAS SEGOVIAS, la consecuencia positiva que podríamos extraer de los casos mencionados, sería la de abrir una reflexión en el sector sobre los retos sociales y políticos de la acción solidaria. Para afrontarlos, lo más importante no son las herramientas y certificaciones contables sino las prácticas de unas organizaciones ciudadanas participativas, comprometidas en una acción solidaria, a través de proyectos, campañas o movilizaciones, basada en la coherencia moral y estratégica entre el fin y los medios.

Un riguroso y adecuado control público, es decir, realizado desde instituciones públicas y cuyos resultados estén a disposición de la ciudadanía, es sin duda un complemento indispensable de una práctica asociativa con calidad solidaria. Pero es sólo un complemento; se pueden tener las cuentas en regla y hacer un trabajo solidario deplorable. No faltan ni faltarán los ejemplos.



Rafael GOSENJE ROUCO
Presidente de ACSUR-Cantabria