Noticias de Cantabria
29-06-2011 07:00

Este no es mi 15 M

Lo que empezó siendo una corriente de hartazgo nacional ante una serie ilimitada de injusticias políticas, sociales y económicas se ha convertido en una avenida de pensamientos politizados que desesperan más que inspiran y deshacen más que construyen. Firme defensora de tan herculiana revolución, si bien lo soy en fondo no lo soy en la forma.

Plenamente consciente de lo impopular de esta afirmación, y siendo yo alguien joven e igual de indignada que el resto de ideólogos de este movimiento, hoy digo: “este no es mi 15M”.

Lo que empezó siendo una corriente de hartazgo nacional ante una serie ilimitada de injusticias políticas, sociales y económicas se ha convertido en una avenida de pensamientos politizados que desesperan más que inspiran y deshacen más que construyen. Firme defensora de tan herculiana revolución, si bien lo soy en fondo no lo soy en la forma.  Para no correr el riesgo de pecar de desinformada, no me he perdido ni uno sólo de los manifiestos y asambleas que tal noble causa prodiga y convoca. Y sólo tengo una sensación, caos. Caos interno, caos en el sistema de debate y votación y sobre todo, un sentimiento de desorganización consecuencia inexorable de la propia desestructura natural al movimiento.

El 15M no tiene líder, porque precisamente lo que clama es el autogobierno del pueblo. El 15M huye de la centralización del poder porque no cree en la figura del político como delegado central y representante moral. Pero llegados a este punto, un movimiento sin líder queda inconcluso, cojo, y diluido. Es un movimiento propenso a múltiples escisiones, tendente a la anarquía y al despropósito. Frecuentemente se confunde el término jefe con líder, siendo estos vocablos distintos. Mientras uno existe por autoridad, el otro existe por voluntad. Así, movimiento y liderazgo no son pues conceptos excluyentes. Un líder puede ser liberal y participativo sin necesidad de ser autócrata. Fórmulas hay muchas y variadas, escojamos la adecuada.

Me parece una vergüenza y me mentiría a mi misma si aceptara e ignorara los acontecimientos violentos ocurridos en el Parlamento Catalán. Absolutamente intolerables e inaceptables. La palabra respeto mancha su significado con actuaciones de cuatro fanáticos que aprovechan lo coyuntura actual para canalizar una agresividad que llevan mamada de infancia. Demonizar a esos diputados es demonizar a la población que democráticamente y desde la legalidad decidió escogerles como representantes. Es no respetar la opinión de los que libremente prefirieron no seguir este movimiento. Es insultar la democracia que, bien o mal entendida, tantos años nos costó conseguir. Es menospreciar los esfuerzos de los que lucharon por tener lo que tenemos hoy, independientemente de cómo se haya entendido.

¿Hasta qué punto es apolítico el 15M? Seamos críticos. Si bien lo fue en principio, no lo es ahora. He visto gente insultada ante el grito de “Viva España”, banderas republicanas que se quieren erigir como baluarte sin pedir permiso, monárquicos de izquierdas y republicanos de derechas. Y todos, repito, todos están igualmente indignados. Dar cabida a tantas y tan dispares ideologías, lo siento pero es imposible, o al menos así lo veo yo. El movimiento perfecto no existe y por tanto, no existirá un manifiesto tal que de cabida a todas las minorías políticas que constituyen este bello país.

Que las evidencias de una realidad injusta no nos impidan ver el Sol. El 15M es una gran propuesta y en nuestra mano está llevar a buen término esta queja nacional. El siguiente paso está aún por dar, hagámoslo bien.

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