El mejor amigo de los líderes

Un amigo y colega norteamericano, Marshall Goldsmith, utiliza un test bastante irrefutable para comprobar si los líderes estimulan, bien que inconscientemente, a los “pelotas” que existen en todas las empresas.

Cuando se reúne con un grupo de directivos, les pregunta:”¿cuántos de vosotros tiene un perro muy querido?. Con cara sonriente elevan la mano, exultantes ,cuando me dicen el nombre de su fiel amigo”.

A continuación – dice Marshall- les propongo un concurso: “¿En vuestra casa, quién recibe la mayor parte de vuestro más indisimulado afecto; vuestra pareja, vuestros hijos o vuestro perro”. Más del 80% de los participantes reconoce que el ganador es el último. Luego les pregunta si quieren más al perro que a la familia. La respuesta es un rotundo no. “¿Entonces, por qué el perro recibe la mayoría de vuestra atención?”. La respuesta es siempre muy parecida:” cuando me ve, el perro se pone muy contento; nunca me contradice, me da su afecto incondicional”. En otras palabras, el perro es un “pelota”.

No debemos olvidar que podemos terminar tratando a las personas de la empresa como a los perros: recompensando a los que nos abruman con su incondicional admiración. ¿Qué comportamiento es el que observamos?. Un caso exacerbado de “pelotilleo”.

El resultado final es obvio. Puede usted estar estimulando un comportamiento que le agrada pero que quizá no es el más conveniente para la empresa. Si todo el mundo se dedica a dar coba,¿quién trabaja?. Peor aún, inclina la balanza en contra de trabajadores honrados y con principios que prefieren no participar en ese juego. Es una dosis doble de malas noticias. No solamente estaría usted favoreciendo a sus preferidos; también estaría favoreciendo a las personas menos adecuadas.

Los líderes pueden dejar de estimular estos comportamientos admitiendo que todos tenemos la tendencia a favorecer a quienes nos favorecen, incluso aunque no lo pretendamos.

Por lo tanto, deberíamos utilizar estas tres mediciones con quienes dependen directamente de nosotros.

El primer lugar, ¿cuánto me quieren? Sé que no se puede estar seguro; lo que importa es cuánto cree usted que le quieren. Los cobistas son actores y los “pelotas” eficaces son buenos actores.

En segundo, ¿cuál es la aportación de esas personas a la empresa y a los clientes?.
El tercero, ¿cuánto reconocimiento positivo manifestamos a esas personas?

Se trata de buscar si la correlación entre las medidas uno y tres es mayor que la existente entre las dos y tres. Si somos honrados con nosotros mismos, quizá aceptaremos que reconocemos más a quienes parece que nos quieren que a quienes mejor realizan su trabajo.

Y la responsabilidad es sólo nuestra. Estimulamos el comportamiento que despreciamos cuando lo vemos reflejado en los demás. Sin querer, nos deleitamos con elogios hueros lo que nos hace ser líderes hueros.