Noticias de Cantabria
01-05-2009 09:00

Día Internacional del Trabajo: una mirada hacia los países en desarrollo

La mayoría de los países en desarrollo y en transición se enfrentan con grandes obstáculos para poder desarrollarse y más en estos momentos en los que el desempleo mundial ha subido hasta cotas desconocidas y en los que el empleo debe ser el centro de las políticas económicas y sociales.

En primer lugar su mano de obra crece, conforme aumentan los jóvenes que se incorporan al mercado laboral, y en segundo lugar, en una economía mundial que gira en torno a conocimientos y calificaciones, muchos países quedan cada vez más relegados porque su elevada deuda externa y la reducción de los niveles de ayuda han causado reducciones en las inversiones en educación y formación.

La influencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial sobre las políticas económicas ha ocasionado inmensos costos sociales y, en muchos casos, las clases dominantes han monopolizado los beneficios del crecimiento económico y mantienen su posición privilegiada mediante la corrupción y la represión de los sindicatos llegando, incluso, a la violencia y al asesinato.

Los trabajadores/as de los países en desarrollo constituirán una parte creciente de la mano de obra mundial y, potencialmente, de la afiliación sindical. La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) debe continuar trabajando con los sindicatos en los países en desarrollo a los efectos de consolidar sus estructuras independientes y sus procedimientos democráticos de decisión.

Los sindicatos de los países industrializados deben comprometerse en obtener una mayor y mejor ayuda internacional, convenciendo a los trabajadores y a la sociedad que la pobreza, en cualquier lugar del mundo, constituye una amenaza para la prosperidad de todos. Y, todos juntos, debemos ejercer presión para que se humanicen las políticas del FMI y del Banco Mundial, además de luchar por un sistema mundial de comercio abierto basado en el respeto de las normas fundamentales del trabajo.

En un mercado mundial, todos los países tenemos que desarrollar habilidades en la gestión del cambio, especialmente para adaptar los procesos laborales y la estructura del empleo. Sabemos, pero tenemos que convencer a otros, que las relaciones laborales sólidas y los sistemas de diálogo social que funcionan correctamente son el mejor método para: 
- asegurar que el mercado laboral responda con facilidad y de manera eficiente al cambio, con el menor coste social posible
- lograr crecimiento y competitividad constantes
– tomar decisiones difíciles sobre la distribución de los escasos recursos sin desestabilizar los presupuestos gubernamentales y dentro de las limitaciones impuestas por las presiones competitivas mundiales.

Las normas laborales internacionales deben de ser un punto esencial de referencia para los organizaciones sindicales en todo el mundo, ya que intentan cambiar el entorno social y político en el que trabajan.

El fortalecimiento de la OIT y una victoria frente a los ataques que amenazan su existencia misma son por lo tanto capitales para el trabajo sindical. Los sindicatos deben utilizar las normas de la OIT y crear nuevos mecanismos de presión sobre los gobiernos para que los observen.

La adhesión universal a las siete normas fundamentales de la OIT (Convenios N° 29 y 105 sobre la abolición del trabajo forzoso, Convenios N° 87 y 98 sobre el derecho de libertad sindical y de negociación colectiva, Convenios N° 111 y 100 sobre la prevención de la discriminación en el empleo y sobre la igualdad de remuneración por trabajo de igual valor y Convenio no 138 sobre la edad mínima de admisión al empleo -trabajo de menores-) evitará las formas más extremas de explotación y la competencia implacable. No pondrá fin a las ventajas comparativas de los países en desarrollo pero establecerá un proceso por el cual los salarios y las condiciones de trabajo podrán ir mejorando de manera gradual a medida que aumente el comercio.

Esto puede estimular el aumento del consumo y con ello las inversiones nacionales y extranjeras y, lo que es más importante, el empleo. Puede ayudar a que la expansión del comercio mundial sea más equilibrada y a que el proceso de ajuste a los cambios en la división mundial del trabajo sea más llevadero.

La reciente reunión del G-20 ha servido para constatar y reconocer, por primera vez, el fracaso de las políticas neoliberales que han destrozado el sistema financiero mundial y la necesidad de que la economía mundial se asiente en otros principios y valores que, junto con controles exhaustivos, disciplinen el capital especulativo y eliminen los paraísos fiscales.

Las resistencias son muchas pero la coyuntura para conseguirlo es inmejorable.

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