A la intemperie

Yo creo que hace ya tiempo que dejó de colar, la realidad es contestona e insobornable. Pero empieza a ofender la insistencia en el engaño. Como también ofende que, en vez de patronear el barco con mano firme, como sería su obligación, el jefe del ejecutivo español siga encadenando recuperaciones que solo existen en su imaginación con augurios de que el siguiente trimestre será 'el bueno'.

Así llevamos desde el verano negro de 2007, tres años perdidos y un triste saldo de cuatro millones seiscientos mil parados oficiales, más los que todos sabemos que le cuelgan al dato, más el mar de infraempleos con que muchos tratan de capear la desesperación. Basta mirar alrededor para comprobarlo, pero claro, para eso hay que salir a la calle, mezclarse con la gente y escuchar de verdad lo que dicen, y eso a este Gobierno y a este presidente se les ha olvidado. No es la realidad, en mi opinión, lo que está achicharrando la credibilidad de la economía española, tan distante -es verdad- de la griega, con su cuerda de engaños* Lo que nos está hundiendo como país es el afán de este gobierno en decir que no existe lo que todos vemos, los primeros los especuladores; no adoptar las medidas de ajuste y rectificación que el resto del mundo nos dice que hay que adoptar solo para poder sacar la nariz del agua y tomar oxígeno, no hacer nada, este desesperante dejar pasar llamándole collar a que el agua nos llegue al cuello.

La situación es lo bastante grave como para dejarse, todos, de electoralismos, el gobierno por sentido de la responsabilidad, la oposición por transmitir un poco de esperanza a los ciudadanos, los sindicatos por vergüenza propia* pero seguimos a la espera. Un ejemplo reciente ilustra bien lo que digo, seguro que se han fijado, ¿dónde han causado mayor contrariedad los datos del paro del primer trimestre, adelantados por error en la web del INE dos días antes de lo previsto? En UGT y CCOO: les aguaron la presentación en plan nos vamos de merendilla contra la derechona del 'tongo' del 1º de Mayo. Y después, en el Gobierno: con esta EPA, el reproche de que la reforma laboral no puede esperar más al acuerdo entre los sindicatos y la patronal  ha vuelto a saltarle a Zapatero a la yugular.