Mi viaje a Madrid en el ALVIA (Ave)

Así que, aprovechando unos trabajos y gestiones en Madrid, y solo en esta ocasión como motivo más abajo, no fui a Parayas, me eché la mochila al hombro y me dije, ¡adelante¡.

A mi llegada a la estación noté cierto sobresalto por la experiencia que me esperaba a tenor de lo que me habían contado y a mí mismo me preguntaba si hacia bien con lo cómodo, y caro, que es ir en avión a Madrid .Hacia treinta años que no cogía un tren, el último fue el AVE de Felipe González de Madrid a Sevilla.

No cabía marcha atrás así que me subí al vagón, busqué mi asiento, coloqué la mini maleta y a continuación me acomodé buscando el mando para alargar mi asiento y obtener comodidad, por desgracia no funcionaba. Llegó una señorita repartiendo auriculares para la música y prensa, y después de varios intentos de conectarme a una emisora de música y no conseguirlo me dirigí a  la empleada de RENFE para comentar que no podía coger emisora alguna a lo que me respondió que de venida había funcionado pero de ida parecía que no funcionaba. Vale. Intento entonces conectar  mi IPad pero veo que es imposible y la revisora me dice que no hay wifi. Solo queda coger el libro , me había traído para esta  ocasión para recorrido tan señalado el "Don Apacible" al objeto de releer el primer tomo .Como no me concentraba pasado un tiempo y dado que soy persona inquieta opté  por levantarme  y fui contemplando el trayecto hasta donde tenía prevista su primera parada, Torrelavega. 25 minutos tardó nuestro Alvia en llegar  y allí recogió viajeros. Eso de empezar un viaje y tener que parar no hace mucha gracia pero así están pinados los bolos en esta comunicación que debería ser tan importante para Cantabria como es acercarnos a la capital.

Sí tengo que decir que hice un repaso de la gente que viajaba y notaba que no eran empresarios ni profesionales, pocos, sino gente mayor con pinta de jubilados, algún despistado como yo, alguna mamá con su niño y poco más aunque sí que noté que en Valladolid se subía más gente con maletín en plan trabajo. Esto demuestra  que este trayecto desde Cantabria  es para personas que no tiene prisas ni van a Madrid a realizar gestiones sino más bien de gente medio ociosas que va sin prisa y prefiere ahorrarse un dinero dado el precio del avión. 

Nuestro Alvia seguía su carrera a una velocidad de "crucero", según marcaba un visor, de 50k/h a 90 hasta Reinosa donde no hizo parada afortunadamente. Y así seguimos el traca, tra, tracata del tren hasta llegar a producirse  tres paradas más, una antes de llegar a  Palencia, para dejar pasar otro tren de frente, solo hay un carril, otra paradita por un paso con barreras que debía estar mal coordinado y la parada de la capital palentina ....hasta llegar a Valladolid.

La verdad es que al ir en un medio de locomoción tranquilo te da tiempo a pensar y así recordaba como en mi época de estudiante  salía desde Santander en la famosa diligencia (trenecillo) que nos acercaba a Bilbo en tres horas para después por la tarde coger el expreso a Barcelona donde cursábamos nuestros estudios, no existía la famosa UC, y que llegaba a las 8,30 de la mañana .Un día y medio para llegar a la ciudad Condal. 

Transcurrida la primera hora del trayecto  me decía a mi mismo el porque no había pagado los trescientos euros del billete de avión y me había dejado de chorradas pero por otro lado me alegraba de haber cogido este tren para comprobar en primera persona como se tarda en pleno siglo XXI cuatro horas cincuenta minutos en recorrer 398 kilómetros. Me consolaba diciendo que así podría tapar la boca, por la experiencia, a ciertos voceros políticos que dicen que el ALVIA está muy bien, que es cómodo etc., cuando no lo han pisado nunca por lo que  compruebo. A cierta  clase política les metía yo en el ALVIA para que supieran y hablaran con conocimiento de causa cuando fueran a Madrid. Pero no, ellos viajan en Iberia cueste lo que cueste porque se lo pagamos nosotros.

El tren seguía su ruta y ya pasado Valladolid es cuando empezó a parecerse a un tren de verdad, llegó a la friolera velocidad de 238 k/hora, lo digo porque el panel lo tenía delante de mis narices. Finalmente arribamos a Madrid con diez minutos de retraso, cinco horas  de viaje. Cuando bajaba del Alvia sudaba pensando que me quedaba la vuelta.

 Nota.- La vuelta fue un calco de la ida con el añadido de que al ser víspera de Semana Santa tuve “la suerte” de toparme con cuatro criaturas que lloraban a turnos, de esa forma íbamos entretenidos con la orquesta. Lo dicho, no vuelvo en ese tren en mi puta vida, que vayan ellos y cuando lo reduzcan algo de tiempo, como nos prometen, lo mismo. Subiré cuando se tarde 2 horas 30 minutos que es lo que debiera dado el tiempo que vivimos de tecnología y comunicación, dicen.