¡Qué ha hecho la pobre vaca para merecerse esto!

Ya no podemos comer las riquísimas mollejas de ternera pues la enfermedad se puede trasmitir a través de las apreciadas amígdalas de las terneras… ¡con lo ricas que están encebolladas con unas setas de primavera! Luego me entero el otro día por la prensa que prohibieron viajar  a unas cuantas vacas de Cantabria porque tenían la lengua azul.

Al parecer unas moscas de San Sebastián habían traído la enfermedad. Lo cierto es que esta enfermedad anteriormente era de las ovejas, pero como dice el refrán: “al perro flaco todo son pulgas”. ¡Y ahora lo tienen también las vacas!...

¡Y yo, que la única enfermedad que conocía de las vacas era la salenguana!
Recuerdo cuando yo era pequeño y mi madre me dejaba con sus hermanas del pueblo (Lamadrid). Me gustaba enredar por la cuadra y ayudar a mi tío Isaías y este me decía: “Paquito ten cuidado al dar de comer a las vacas. Hazlo por igual y no dejes a ninguna sin comer pues las puede dar envidia y las entra la salenguana y luego hay que hacerlas sangrar por la lengua para que se las pase porque sino se pueden morir”.
 
Anécdotas a parte, aquí no queda la cosa. Por si fuera poco ahora se dice, se rumorea, que la leche de nuestras vacas no es buena para los bebes ni para los menos bebes, pues puede dañar los tejidos del estomago. También dicen que la proteína de la leche de vaca puede ocasionar una mala reacción en la mucosa del intestino, provocando un sangrado en el estómago que puede terminar en una anemia por falta de hierro.

¡Y a mi que siempre me dijeron que la leche era muy buena para el estomago! 
 
La cosa es que con la leche y con la vaca nos llevamos alimentando toda la vida y mira qué chicarrones del norte tenemos por Cantabria. ¿Se imaginan ustedes que nos quitasen las croquetas o el arroz con leche, o los quesos, el rabo estofado o las carrilleras?...  
 
Lo que importa es estar debidamente informados y tener una actitud inteligente de no prestar atención a los infundíos alarmistas que nunca falta. Filtrar conocimiento y, sobre todo, preocuparse de que los animales estén sanos y de comer con morigeración y disfrute. Comer no es tragar cualquier cosa, pero tampoco asustarse o no estar atentos a problemas que puedan surgir en un momento dado y que todos debemos contribuir a superar.

En todo caso, humano es sorprenderse cuando las noticias verificadas y las informaciones constatadas nos prevengan o nos autoricen a tomar decisiones que, en algunos casos como en el de cocineros profesionales, tienen una enorme responsabilidad ante los demás. Yo procuro ser muy consciente como la mayoría de las personas que me rodean; aunque personalmente pienso seguir comiendo croquetas, mojando pan en la salsa de unos buenos callos y disfrutar mucho de los quesucos de mi querida Liébana.

A mi entender, y estoy seguro de ello, creo que hace mas daño la envidia, los resentimientos o fastidiar al vecino que hacer uso de los manjares que nos aporta este preciado animal que no ha hecho nada para merecerse esto. Espero que ninguna enfermedad de estas ataque a la mascota de mi amigo José Campos ya que con la Tula enferma qué iba a ser de nuestro querido Racing.