Noticias de Cantabria
29-07-2010 09:00

Elogio de la interdicción

Te has hecho carne y sangre en los benditos diputados del Parlament que han acabado con el oprobio del culto al minotauro; destierra por siempre jamás de la piel de toro el estigma del toro, incluida la monstruosa silueta que estampa tantas y tantas de las veredas de la tierra de nuestro señor santiago.

Echemos un cuarto a espadas por la prohibición. Oh señora de todos los desvelos, de ayer, hoy e, incluso, mañana; faro, fanal, luminaria de los designios humanos y, también, divinos; guía de oriente y poniente, de septentrión y de los lugares australes y meridionales; vigilia de la entera panoplia de virtudes; yo, mi diosa, te imploro, suplica este mendicante siervo y vasallo tuyo, no nos abandones en el légamo de nuestros indecibles vicios y, aun, pecados; vela por nuestro bien, musa y gracia sin par; no nos abandones nunca, nunca en el proceloso piélago de nuestras carnales y demoníacas debilidades; no permitas que asmodeo y mefistófeles se adueñen de los cielos que nos cubren y cobijan; no cejes jamás, jamás en el empeño por despegar de nosotros, tus humildes y devotos y rendidos servidores, la costra de inmundicia que el réprobo caín extendió sobre la faz de la tierra tras la salida del paraíso de nuestros padres adán y eva, caídos en la más atroz de las desgracias por la nefanda de querer saber, de probar, ¡demoníaca tentación! del árbol de la ciencia, de la planta del bien y del mal; cubre con un manto de silencio e ignominia a los saramagos de turno, dedicados, cual mensajeros del maligno, a propalar la especie insana ¡del derecho a mirar, saber y, santo cielo, opinar!; cubrenos con el velo de la santa y bendita ignorancia; rescata, por nuestro inmerecido bien y eterna salvación, para nosotros el venerando lema de aquellos próceres de cervera, que, postrados ante su señor fernando el séptimo, esculpieron de manera inmarcesible aquel no suficientemente idolatrado “lejos de nosotros la funesta manía de pensar; revélanos con tu feble mirada de madre amantísima, alejando de nosotros por siempre jamás la iracunda alma mater, el camino de la felicidad, del amor, del consuelo ... de la ignorancia.

Oh sí, qué felicidad, qué amor, qué consuelo, te atisbo, gracias y gracias por siempre jamás. Te has hecho carne y sangre en los benditos diputados del Parlament que han acabado con el oprobio del culto al minotauro; destierra por siempre jamás de la piel de toro el estigma del toro, incluida la monstruosa silueta que estampa tantas y tantas de las veredas de la tierra de nuestro señor santiago. Yo te alabo, te bendigo, te adoro, te idolatro, me postro de finojos ante nuestra madre y señora. Amén.

[que les ondulen, que diría mi señora madre]

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Comentarios(1):

Bovino de la UC - 06-10-2010

Brillante.