Ian Gibson nos exige que quitemos "el caballo"

Pues no. Ahora consideramos que no hay que quitarlo. Para contreras nosotros. No dejamos de ser unos pueblerinos por mucha UIMP que hospedemos en nuestra ciudad, porque llega un historiador irlandés nacionalizado español, opina que hay que quitar la estatua del caballo y algunos se apresuran a decir "Amén" porque lo ha dicho el irlandés.

Compartiendo el desayuno con unos amigo surgió esta polémica, que no existe, salvo en la mente calenturienta de tres de la derecha y tres de la izquierda, porque a los demás nos importa un bledo el caballo y el jinete. Es más, Juan Luis terció, con la ironía y socarronería que le caracteriza, diciendo que el caballo y el jinete eran como un mueble más a conservar dentro del inventario de muebles de la ciudad. Nada más.

Quienes mejor lo hacen son los historiadores ingleses e irlandeses que, por su lejanía y objetividad, algo de lo que Gibson carece al nacionalizarse español, y tener cierto tufillo demagógico como lo ha demostrado al llegar a Santander y meterse en camisa de once varas. Es que ya empiezo a pensar que se puede perder un sitio de encuentro porque antiguamente se quedaba en Correos o en la estatua de Franco; y si nos quitan correos y la estatua nos quitan nuestro lugar de encuentro y nuestra “memoria no histórica”, pero sí del recuerdo. Terminando el desayuno y después de hablar de lo humano y lo divino, además de nuestra Horadada que todos iban a reparar por lo que simbolizaba seguimos con el bla, bla, bla y bla.

Finalmente llegamos a una conclusión feliz que no puede ser otra de que junten la Horada y el Caballo, hagan un monumento con placa incluida, con el permiso de Gibson o de los muchos Gibson que llegan de fuera para decir lo que tenemos que hacer.