Hemos de estar muy ciegos, físicos y aun morales, para no apreciar que al político le interesa solo el poder; siendo caritativos, fundamentalmente el poder.
Nos encontramos insertos -entre otros igualmente infaustos- en los aberrantes dominios de la palabra. Por doquier abundan coloquios, debates y tertulias, donde quien triunfa es el tertuliano de verbo fácil, discursivo......
Teniendo en cuenta a Rousseau sobre la bondad natural del hombre, hemos de concluir que la mala reputación es un atributo que el político eleva a categoría. Mientras, en el resto de humanos -según el perspectivismo orteguiano- no pasa de circunstancia.
Los partidos, cuando ven mermar sus expectativas electorales, jamás modifican argumentos ni conductas; renuevan diáconos y, en contadas ocasiones, sacerdotes. Retocan el perfil, la pauta, para que (siguiendo criterios lampedusianos) nada cambie. Podrían atender reivindicaciones y deseos similares a aquellos que cualquier prócer alienta
En mi vida laboral fui funcionario de carrera. Ser funcionario, estar al servicio del Estado y por tanto del ciudadano, implicaba aprobar una oposición más o menos dura y competitiva. Sin embargo, opositar es un vocablo que produce -siempre fue así- inquietud, temor y ansiedad. ...
Quienes sigan mis artículos saben que los políticos, sin ninguna salvedad, me causan desazón para ser suave y, sobre todo, caritativo. Teniendo en cuenta mi escasa fe, el racionalismo que me caracteriza, así como la actividad empírica acumulada desde el régimen franquista a la democracia, no me siento nada proclive a comulgar con ruedas de molino.
Que Grecia no puede pagar la enorme deuda es archiconocido desde hace decenios. Años atrás ya se efectuaron quitas importantes, jugosas. Creo que todo el mundo (deudores y acreedores) era consciente de tan anómala situación. No obstante, nadie daba un paso para alterar ese acuerdo tácito que tutelaba una relación enfermiza. Tuvo que ganar Syriza con quimeras y desplantes para que la entente quedara rota....
No me gusta nada el arrebato vehemente que viene tomando la sociedad española. Jetas en vez de genios; aventureros, sustitutos de fieles gentilhombres e ineptos sectarios, nos llevan al infortunio. El pueblo coopera agregando indolencia y absurdo....
Ignoro si es anécdota ficticia o realidad condimentada con abundantes dosis de absurdo campechano y algo rústico. Se cuenta que a cierto paisano de mi pueblo, o colindante, el conductor quiso hacerle ver que el rumbo del autobús en que viajaba era contrario al destino ansiado. Dicho señor, muy digno, contestó: “Yo pago, tú tira”
Se reivindica la personificación como inventiva literaria mitad caricatura, mitad alegoría. Prefiero entrever alegoría el paralelismo que pudiéramos apreciar entre España e individuo. Por desgracia, su salud está mermada ya por edad ya por desidia. Dicen que la enfermedad tiene un componente psico-somático.
Esta última semana de campaña deja frases acomodadas al siglo XIX, amén de otras que generan sentimientos y emociones adversos. Nos topamos también con episodios esperpénticos, grotescos. Desconozco si es pura contingencia o el simple resultado de la estolidez colectiva
Comienzo mayo con esta cabecera común. En ella centraré mis acotaciones políticas, al menos, hasta las elecciones municipales y autonómicas. El objetivo que me propongo es diseccionar, desde mi punto de vista, dichos y hechos efectuados por prebostes -con mayor o menor transcendencia- de la vida nacional.
Conforme nos acercamos a las fechas claves en la disputa electoral, todavía aturdidos por los aromas del engrudo, el escenario se torna inquieto. Aparecen, al tiempo, retóricas gastadas, huecas, fraudulentas. Políticos de uno y otro signo, junto a adláteres poco habilidosos, elevan el tono -también las ofertas- sin importarles qué piensa o necesita el contribuyente.
La semana fue clave para que cada sigla presentara sus respectivos planes a la opinión pública. Como he dicho, trabajo inútil. Se sospecha con fundamento que todos dicen lo mismo, matizando ciertos aspectos triviales
Mi artículo postrero, “Refranes y política”, originó -a la vez que discreta- conciliadora controversia en el último párrafo. Una frase de Bernard Shaw, sobre perros y necios, me llevó a expresar asombro ante la perfecta caracterización de “los” políticos españoles.
Bernard Shaw, astuto observador, aseguraba que “los perros no molestan hasta que ladran y los necios hasta que hablan”. Estoy seguro de que el ilustre escritor conocía bien a los perros. Me asombra, no obstante, que caracterizara tan acertadamente a los políticos españoles.
Analistas, correveidiles varios y enterados de primera mano, empiezan a sembrar hipótesis bajo el yugo de sus afinidades. En ocasión anterior mantuve que Andalucía no era un laboratorio fiable para exportar reacciones ni productos. Sin embargo, puede servir como indicador que refuerce métodos y estrategias.
Sí, la sociedad española se mueve por inercia. La corrupción se compensa con el tedio y el populismo demagógico con la adhesión irreflexiva, suicida. Mientras, la masa ignora los análisis -con probabilidad interesados- y se olvida burdamente de que el algodón no engaña.
Pecaría de soberbio si este artículo escondiera la maldad de influir en el voto del ocasional lector. Mi faceta docente a lo largo de cuarenta años, me incita a ofrecer material para una reposada reflexión; nada más Analizando hechos y fenómenos próximos a nosotros, podemos llegar al conocimiento y con él a la discriminación de los diferentes extremos.
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