Noticias de Cantabria
28-07-2008 10:00

El quinto en discordia: una definición y un "sermón"

La primera: “Dícese de aquellos personajes que sin ser el héroe o la heroína, pero tampoco el confidente o el villano, son igualmente importantes para el desenlace de la trama. Dicha denominación comenzó a utilizase en las antiguas compañías de teatro y de ópera para referirse al actor que encarnaba estos personajes”. El segundo: "[...] Creo que eres un quinto en discordia".

¿No sabes qué es eso? En las compañías permanentes de ópera, como las que tenemos en Europa, se necesita una prima donna, siempre una soprano, siempre la heroína y a menudo una tonta; también se necesita un tenor para el papel de enamorado, y una contralto que desempeñe el papel de la rival de la soprano, la bruja o algo así, y un bajo, que interpreta el papel del villano, del rival del tenor o de cualquier personaje que lo amenace.

Hasta aquí todo claro. Pero no se puede desarrollar la trama sin otro hombre, que generalmente es un barítono, y que en la profesión se conoce como quinto en discordia, porque es el elemento ajeno, el personaje al que no corresponde otro del sexo opuesto. Pero es necesario que haya un quinto en discordia, porque es quien conoce el secreto del nacimiento del héroe, aparece para ayudar a la heroína cuando se cree perdida, mantiene a la reclusa en su celda o incluso puede provocar la muerte de alguien, si eso forma parte del argumento. La prima donna y el tenor, la contralto y el bajo, se llevan los mejores temas musicales y hacen todas las cosas espectaculares, ¡pero no se puede desarrollar la obra sin el quinto en discordia! Tal vez no sea un papel espectacular, pero te aseguro que es un buen trabajo, y que los actores que los interpretan suelen tener una trayectoria profesional más prolongada que la de las voces de oro. ¿Eres el quinto en discordia? Será mejor que lo averigües”.

¡Pero no se puede desarrollar la obra sin el quinto en discordia! Tal es el leit motiv de la obra de la que se han sacado los textos que anteceden, la novela del canadiense Robertson Davies (1913-1995) El quinto en discordia -1970- [prólogo de Valentí Puig, traducción de Natalia Cervera, Libros del Asteroide, Barcelona, 2006; la definición -3- se atribuye a Tho. Overskou, Den Danske Skueplads; el “sermón” es la admonición que uno de los personajes, Liesl, dirige al protagonista/quinto en discordia, Dunstan Ramsay -289-].

Sino trágico el de “el quinto en discordia”? “Elemento ajeno”, “personaje al que no corresponde otro del sexo opuesto”, mas “necesario” por su funcionalidad: “conoce el secreto del nacimiento del héroe”, “aparece para ayudar a la heroína cuando se cree perdida”, “mantiene a la reclusa en su celda” e incluso, en el borde, “puede provocar la muerte de alguien” si preciso fuere (“si eso forma parte del argumento”). Y, comoquiera que el teatro o la ópera (teatro cantado, en fin de cuentas) es representación (una superestructura en el ¿ajado? léxico marxista), en tanto que trabajo o profesión “es un buen trabajo”, “los actores que los interpretan suelen tener una trayectoria profesional más prolongada que la de las voces de oro”.

El tercero en discordia es expresión de uso frecuente: utilízase para aludir a quien en una competición (una oposición, un concurso, una designación basada en criterios de oportunidad y conveniencia, es decir, estrictamente políticos) no aparece como favorito, papel que, prima facie, se asigna a otros (dos) aspirantes, de suerte que si ninguno de éstos, por el bloqueo de sus respectivos apoyos, logra alzarse con el triunfo, aquél, el tercero en discordia, emerge como “solución de compromiso” y quien, en definitiva, se lleva el gato al agua (modo de proceder que, según parece, no es de infrecuente uso en los premios Goncourt). En este sentido, pues, el sintagma “tercero en discordia” es una adaptación de la expresión matriz, cuya dicción ortodoxa no sólo se modula sino que, más drásticamente, se manipula a fin de darle una semántica diferente y aun opuesta a la de su acepción primaria.

¿Héroe trágico, el quinto en discordia? Ni lo uno ni lo otro, según lo dicho: no es el de héroe el papel reservado al mismo; trágico, tampoco, salvo que su rol (su careta o “persona”, en la jerga del teatro griego clásico) imponga su sacrificio, a modo de escudo frente al villano/bajo o la arpía/contralto, su (auto) inmolación para, así, ayudar al héroe/tenor o a la heroína/soprano. Es a estos últimos, las “voces de oro”, antes bien, a quienes la trama asigna el destino heroico, el desenlace ya feliz, en forma de encuentro amoroso, ya trágico, como separación definitiva. El quinto en discordia es, sea cual fuere el resultado final, el coadyuvante, el partícipe necesario del fatum de los héroes/trágicos.

Mas, como contrapunto a su “ajenidad”, a su “no-emparejamiento”, la recompensa del quinto en discordia acaece extramuros la trama, el disfrute de “una trayectoria profesional más prolongada que la de las voces de oro”, cual hace a la bondad de su trabajo. Una recompensa, y este es el lado “trágico” de su papel, que se produce (¿al otro lado del espejo?) fuera de la obra, al margen de la representación. La negación del heroísmo y la tragedia, premiada con el óbolo de la vida corriente, de la vida profesional, de la rutina y la mediocridad. ¿Eres el quinto en discordia?, pregunta Liesl a Dunstan Ramsay. “Será mejor que lo averigües”, le conmina. No, no es preciso: el quinto es discordia son... los mortales del común.

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