Las dos banderas del momento
La gran actualidad consiste hoy, o se sintetiza, en dos banderas distintas. De una parte, la bandera nacional, que se ondea en muchos balcones y que habrán llevado consigo esta tarde-noche miles y miles de jóvenes y personas de cualquier otra edad, para expresar su solidaridad y buenos deseos para la Selección Nacional de Fútbol, que ha jugado la Copa del Mundo que se viene disputando en los Campeonatos mundiales de Sudáfrica.
Pocas veces, o ninguna, como en esta ocasión, han florecido tantas banderas nacionales, en cualquier punto de España, y pocas veces se ha alentado tan abiertamente a los representantes de un deporte nacional como esta vez. La bandera nacional ha servido para unir los deseos de todos, y se ha hablado profusamente de la aparición de un sano y generalizado patriotismo al que, si acaso, sólo le bastó la letra del himno nacional para completar los festejos y celebraciones. La nación entera ha vibrado, durante varias semanas, al ritmo de las victorias conseguidas en los distintos encuentros deportivos, hasta el último de la tarde-noche de este domingo.
La otra bandera, con dos versiones distintas -con la estrella del independentismo y sin ella- es la catalana, que en la tarde del sábado tuvo un lugar y momento de protagonismo formidables por razón de la manifestación masiva -un millón, un millón cien, millón y medio de participantes, según los distintos cálculos y apreciaciones- que se sumaron a la protesta contra los recortes que el Tribunal Constitucional ha hecho del texto del Estatuto aprobado hace cuatro años por el Parlament de Cataluña, por las Cortes españolas y refrendado por los ciudadanos.
Los recortes han sido, para el sentir de muchísimos catalanes y para muchos otros ciudadanos españoles, excesivos, desproporcionados, y acaso sólo representativos del sentir del partido que movió a actuar a los magistrados del TC, el PP, que hace cuatro años presentó un recurso de inconstitucionalidad contra el texto aprobado en las instancias mencionadas.
¿Es adecuado el Tribunal, ha sido justa la sentencia? Y pesando en el futuro: ¿No resultará contraproducente determinar que el Estatut no es conforme a la Constitución, por lo menos según cuatro de los magistrados del TC, afines al partido conservador, que tiene fundada fama de anticatalanismo? Ciertamente son las dos cuestiones del momento, de un lado, la esperanza de un triunfo internacional en fútbol y de otro lado, la confianza en que las cosas de la política no terminen de desviarse hacia una deriva que muchos pudieron comprobar en la manifestación del sábado, la deriva independentista.
Sobre esta movilización de catalanes, por cierto, ha quedado una gran duda en la opinión: ¿Qué ha tenido mayor importancia y trascendencia: la manifestación en sí misma., o el incidente final que protagonizaron unos pocos individuos que abuchearon y hasta, tal vez, quisieron agredir al presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla? Nadie duda, en efecto, de que en la manifestación de Barcelona prevaleció el soberanismo y los gritos de los independentistas, que han visto, o quieren ver, en la sentencia del TC una demostración bien evidente de que Cataluña no tiene cabida ni lugar en el conjunto de España, por habérsele negado la condición de "nación", por impedir que disponga de una lengua prevaleciente, por negársele un consejo del poder judicial o un Sindic de Greuges o Defensor del pueblo con las atribuciones que tiene el del Estado.
Por lo demás, el uso y empleo de una y otra banderas no ha resultado incompatible para muchos ciudadanos catalanes, que se sumaron a los mejores deseos para "la Roja", y que tampoco quisieron estar ausentes de una manifestación en la que verosímilmente se ha jugado el futuro de Cataluña como nación, o acaso futura nación Estado...
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