Noticias de Cantabria
Opinión 16-06-2018 05:01

Un record que hizo historia…

Está pasando muy desapercibido en la Historia de la Aviación de Cantabria, el aeroplano que en el año 1929 aterrizó en La Albericia procedente de Estados Unidos, lo que supuso un record en la navegación aérea de su tiempo.

No hacía un mes, exactamente el 14 de junio, que otro aeroplano había llegado hasta la playa de Oyambre; se trataba del monoplano Bernard 190, Oiseau Canari o Pájaro Amarillo, pues iba pintado de este color y que había partido de la playa de Old Orchard (cerca de Boston, en EE.UU.), comandado por Armand Lotí y pilotado por Jean Assolant y René Lefévre y que se dirigía a París, pero un inoportuno polizón a bordo, de nombre Arthur Schreiber, le obligó a desviarse de su destino y tomar tierra en el bello arenal cántabro. Hizo esta travesía de 5.472 Km. en 29 horas y 22 minutos, uniendo por vez primera Estados Unidos y España y en esta playa cántabra, un monolito, rehecho y reinaugurado en varias ocasiones, recuerda tal gesta.

 

Unir Europa con América por el aire era en aquellos años una hazaña deseada; la primera vez que se hizo fue el 20 de mayo de 1927 cuando el piloto norteamericano Charles August Lindbergh, pilotando un monoplano tipo Ryan NYP de 237 CV, realizó en 27 horas la travesía del Atlántico en solitario, desde Long Island hasta el aeropuerto de Le Bourget, cerca de París, tras recorrer la distancia de 5.790 Km. Hablaremos de Lindbergh en otra ocasión, comentando su amerizaje en aguas santoñesas.

También desde la playa de Old Orchard intentó salir, al tiempo que el Pájaro Amarillo, el aeroplano Green Flash, pilotado por los americanos Lewis A. Yancey, capitán de corbeta, y Roger Williams, piloto civil, pero capotó en el despegue, destrozando el aparato. No se arredraron Yancey y Williams y pronto adquirieron un nuevo monoplano de ala alta Bellanca, con motor Wrigth Whirwind de 200 CV y refrigerado por aire, con el nombre de Pathfinder.

El despegue definitivo del Pathfinder, con pintura verde y alas plateadas y pilotado por Lewis A. Yancey y Roger Williams, se produjo el 8 de julio de ese mismo año, también desde Old Orchard y con la intención de llegar a Roma y batir el record de distancia. El vuelo se desarrolló sin complicaciones, volando a unos 12.000 pies de altura, aunque quizás no hicieron bien los cálculos y al llegar a avistar la costa española en el cabo Ortegal, descendieron para volar cerca de la costa cantábrica, sabiendo que el viaje llegaba a su fin al estar casi agotadas las reservas de combustible, lo que hicieron al avistar la amplia Bahía de Santander, ya cuando la noche del día 9 de julio se echaba encima.

El Pathfinder llegó hasta Cabo Mayor, sobrevoló Santander, describió una espiral sobre Peñacastillo y aterrizó en el aeródromo de La Albericia, donde Luís Bolado, hermano de Enrique Bolado compañero de vuelo de Juan Pombo y unos jóvenes que jugaban al fútbol, entre los que se encontraban Roberto Lanza, José Mª Ortiz, José González y Víctor Gómez, apilaron y encendieron escajos para señalizar la situación del campo y la dirección del viento. Sólo al descender del aeroplano se enteraron los pilotos que se encontraban en España y que habían superado la distancia recorrida por el Pájaro Amarillo, con el que habían intentado competir el mes anterior, merced a la casualidad de encontrarse en el lugar el vecino de Cazoña Alfonso Gómez que hablaba inglés.

Fueron trasladados al Gobierno Civil y recibidos por el General Saliquet y alojados en el Hotel Royalty, mientras el aparato quedaba en La Albericia custodiado por la Guardia Civil y dónde recibió las atenciones técnicas.

Fueron obsequiados con una cena en el Club Marítimo, en cuyo album escribieron las siguientes frases: “La última ciudad de la costa de España es el primer aeródromo de Europa” (Williams) y “Estoy muy agradecido al maravilloso espíritu demostrado por todos al aterrizar en Santander desde Old Orchard” (Yancey); después Yancey se trasladó al Hotel Real dónde participó en una fiesta que le ofreció la Sra. Chacón, norteamericana afincada en Santander, mientras Williams se fue a descansar al hotel Royalty, dónde también quedó escrito: “En este cuarto durmieron la noche del 9 de julio de 1929 los aviadores Lewis A. Yancey y Roger Williams, después de haber dado felizmente el salto del Atlántico”. El incendio de 1941 destruyó ambos documentos.

 

Al día siguiente, una vez revisado el aparato por el ex oficial de la RAF británica, Harri Square y con la colaboración del mecánico de la Aviación Militar, Somonte, y abastecido con combustible que se trajo de la refinería de El Astillero, despegaron con destino a Roma, a cuyo aeródromo Littorio, llegaron sin novedad. A esta despedida en el aeródromo de La Albericia, acudieron muchos santanderinos, con la presencia del alcalde de la ciudad, Fernando Barreda y Ferrer de la Vega, el coronel Bosch que era el jefe del Regimiento Valencia, así como otras autoridades, siendo despedido “en medio de una gran ovación y agitar de pañuelos”.

 

Quedan varios años para el centenario de este acontecimiento, pero Santander sí merece que recuerde este acontecimiento con un monumento en el lugar donde se produjo este aterrizaje que marcó un hito de nuestra aviación.

 

En la imagen, dos pilotos y el Cónsul de EE. UU. en Santander

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Comentarios(1):

hartazgo - 16-06-2018

Vamos a ver don Pedro Inicia usted su escrito diciendo esta pasando desapercibido.....Por favor está muy bien que lo diga pero tenia que añadir ....como es habitual en todo lo nuestro y que interesa a Cantabria.Que no, don Pedro lo que interesa y recoge el medio de comunicación de los vascos que para eso le pagan es una reseña del Hormiguero y todo aquello que no ofenda a los vascos o a algunos personajes santanderinos .