Noticias de Cantabria
Opinión 04-06-2019 10:30

Un buen rey, incluso un gran rey, por D. Javier Godó Muntañola

Por su importancia reproducimos un artículo del Conde de Godó, D. Javier Godó, creador del periódico "La Vanguardia" de Barcelona que califica a la Corona como elemento imprescindible de estabilidad del sistema democrático.

 

Mi buen amigo Fernando Ónega, columnista de La Vanguardia, escribió un libro titulado Juan Carlos I: El hombre que pudo reinar, donde dice algo que es justo recordar a las pocas horas de que haya abandonado la vida oficial, por expreso deseo: “Como jefe del Estado fue un rey po­pular, no sólo en España, sino en el mundo.

Supo arbitrar y moderar, como le encomienda la Constitución. No encontré en él un solo reproche en el cumplimiento de sus deberes y limitaciones constitucionales. Fue capaz de ceder el poder absoluto que heredó y que resultó fundamental para el éxito de la transición, para ejercer las funciones que corresponden a una monarquía parlamentaria”.

Tuve el honor de estar presente en la tribuna de invitados el 6 de diciembre pasado, cuando las Cortes celebraron el 40.º aniversario de la Constitución, que quiso ser también un homenaje a don Juan Carlos y doña Sofía. El pueblo español, a través de sus legítimos representantes, testimonió aquel día públicamente su respeto, gratitud y afecto con los anteriores reyes por el compromiso que adquirieron desde su proclamación para convertir España en un país democrático y próspero. En ese viaje, no faltaron las dificultades, ni los intentos de hacer descarrilar el proyecto de convivencia emprendido por la sociedad española. Pero si volvemos la vista atrás, hemos de reconocer que todo el mundo supo aceptar renuncias para alcanzar acuerdos. El resultado final fue un éxito de la convivencia colectiva, de la transversalidad en la política.

El diálogo, la negociación y el pacto se impusieron como receta magistral no sólo para redactar una Constitución, sino también para solucionar los problemas de un país que apostaba por un sistema de respeto a las libertades, que fuera capaz de formular el Estado de bienestar y que aspiraba a construir una Europa unida. Acompañando este proceso estuvo el rey Juan Carlos, que allanó el camino y se impuso a quienes querían poner obstáculos en la ruta. En los pasillos del Congreso, recuerdo que me comentó ese día que le dolía escuchar algunas consideraciones injustas sobre la transición, porque estaba convencido de que los españoles lo hicimos aceptablemente bien, sobre todo porque los peligros eran tantos como las oportunidades de salir airosos. Le respondí que tenía toda la razón y que la historia iba a estar agradecida al papel crucial que desempeñaron el rey, Torcuato Fernández-Miranda como presidente de las Cortes y del Consejo del Reino y Adolfo Suárez como presidente del Gobierno. Y, por extensión, al pueblo español.

En efecto, estos tres personajes fueron clave porque supieron alcanzar la complicidad necesaria para que la nave llegara a buen puerto: aprendieron de los errores del pasado, entendieron la sociedad que les tocaba vivir en su momento y fueron capaces de crear un escenario de futuro en paz y convivencia. Sin duda que el día en que ganó las elecciones el PSOE con Felipe González la monarquía dio un salto adelante en su legitimación ­democrática y popular. La izquierda, de tra­dición republicana, demostraba que la Corona estaba por encima de ideologías y podía arbitrar y moderar con imparcialidad, mandara quien mandara. Al mismo tiempo, el rey supo aprovechar su autoridad al desmontar el intento de golpe de ­Estado del 23-F para modernizar las fuerzas armadas. Y tuvo el acierto de convertirse, en connivencia con González, en el mejor embajador de la marca España, especialmente en Latinoamérica, donde fue elegido pre­sidente de las cumbres iberoamericanas iniciadas en 1991, sin que ningún otro di­rigente le disputara tan alta responsabilidad. Casi al mismo tiempo, con la caída del Muro, la transición española pasó a ser el modelo a seguir por muchos países del Este que aspiraban a integrarse en la Unión Europea.

Juan Carlos de Borbón reinó en una España sin apenas monárquicos, lo que tiene un gran mérito. El profesor Jordi Canal lo subraya en el reciente libro La monarquía en el siglo XXI, pero añade que no ha habido demasiados monárquicos aunque sí monarquistas, término que se inventa para ­incluir en él a mucha gente –los juancarlistas– que ha puesto en valor el papel deci­sivo de la institución en la historia contemporánea del país. La Corona ha ­pasado a ser un elemento imprescindible de estabilidad del sistema democrático.

El rey Juan Carlos abdicó hace cinco años, en lo que fue, sin duda, un último servicio. Fue un acto de generosidad, en momentos complejos para la institución. Con su abdicación se cerraba una larga etapa y empezaba una nueva época, que encarnaba Felipe VI, con nuevos retos y desafíos por delante. En su primer parlamento como rey, Felipe de Borbón anunció su voluntad de dar un paso más en la transparencia de la institución, reforzando la ejemplaridad en la vida pública. Se trataba de ajustar la Corona con las demandas de los nuevos tiempos. En este sentido, afirmó que “el rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de los ciudadanos”.

El domingo pasado, tal como le comunicó en carta a su hijo, Juan Carlos de Borbón se retiró definitivamente de la vida pública, al considerar que había llegado el momento de pasar una nueva página en su biografía. En el libro citado al principio de este artículo, Ónega hacía una valoración que en esta hora hago mía: “Ha sido un buen rey; incluso un gran rey. No tengo que pedirle más”

 

Fuente: La Vanguardia

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Comentarios(2):

PAD - 04-06-2019

¡Tendrá jeta!.... Su periódico ha sido en el pasado bien reciente el adalid de los independentistas catalanes. ¿Vd. lo entiende?. Yo no.

catalán-español - 04-06-2019

La pela es la pela. Cataluña fue abandonada desde los gobiernos centrales y don Javier no es el llanero solitario luego hizo lo que cualquiera ante el estrangulamiento de sus empresas se cambio de bando ante el abandono en que ha dejado Madrid a los catalanes españoles