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Tribunales 29-01-2019 13:45

El acusado de pegar a su compañero de piso lo niega pero Fiscalía no tiene "ni la más mínima duda"

El acusado de golpear en 2016 a su compañero de piso, en Castro Urdiales, mientras dormía, ha negado ser culpable de los hechos, pero la acusación y la Fiscalía han considerado en el juicio celebrado hoy que existen "suficientes" pruebas de cargo y "no cabe ni la más mínima duda" de su autoría.

   Por ello, tanto la Fiscalía como la acusación han mantenido sus respectivas peticiones de diez años de prisión e indemnización de casi 37.000 euros, y de doce años y 41.700 euros, por un delito de lesiones con el agravante de alevosía y por las "gravísimas" secuelas, tanto fisiológicas como estéticas, que sufre la víctima.

   En concreto, tal y como han declarado en el juicio, celebrado este martes en la Audiencia Provincial de Cantabria, los médicos forenses que han atendido al agredido, éste ha perdido calidad de visión de un ojo y, en cuanto a la parte estética, tiene una alteración "muy severa" del iris, que está "desestructurado" por el traumatismo y se ha quedado "negruzco".

   En cuanto a los hechos, la víctima, que compartía piso con el acusado y con otra pareja, todos ellos de nacionalidad rumana, ha relatado que la mañana del 23 de octubre de 2016 tuvo una disputa con el supuesto agresor en una panadería de Castro Urdiales porque le amenazó, y posteriormente se fue a casa, almorzó y se echó a dormir.

   Después, sólo recuerda que se despertó porque "no podía respirar" y estaba "lleno de sangre". Según ha contado, empujó al agresor, que estaba sentado encima de su pecho, y fue al baño a por agua. Debido a las lesiones, solo tiene un 20% de visión en el ojo afectado, por lo que no conduce y le molesta la luz del sol, ha dicho.

   Por su parte, el acusado ha dicho que no tenía mala relación con el agredido y ha negado haber tenido un conflicto previo en la panadería porque "no había motivos". Según su versión, se metió también en la cama cuando llegó a casa esa mañana y se despertó cuando llegó la Guardia Civil para detenerlo.

   También ha testificado en el juicio el hombre que trabajaba en la panadería, que ha confirmado que presenció la disputa y que el acusado decía que "le iba a matar cuando fuera a casa", por lo que aconsejó a la víctima que se fuera del establecimiento "para evitar el conflicto". A continuación, el supuesto agresor empezó a increpar al propio testigo y éste llamó a la Guardia Civil, que se lo llevó del local.

   Esta versión ha sido corroborada por el otro compañero de piso, que vivía con su pareja y con los dos hombres, que ha dicho que también se encontraba durmiendo y escucho ruidos y voces del agresor, que decía: "ahora puedes llamar a la Policía o a quien quieras".

   Según ha indicado, vio al acusado salir de la habitación de la víctima con la camisa manchada de sangre, y también estaban manchadas las sábanas y la pared.

   Por su parte, los guardias civiles que detuvieron al acusado han dicho que se encontraron una ambulancia y los servicios sanitarios junto al agredido, que estaba en el sofá con lesiones "importantes" en la cabeza, ensangrentado y sin poder vocalizar porque tenía el labio roto, aunque, según uno de los agentes, el detenido estaba encerrado en su habitación y no tenía signos de haber peleado ni manchas de sangre.

   Por ello, la defensa ha solicitado la libre absolución del acusado al considerar que no está claro que haya sido el agresor, además de que los agentes han manifestado que no vieron a ningún hombre que no fuera del servicio sanitario en la casa, sino a su mujer.

   La acusación y la Fiscalía han solicitado la prisión preventiva provisional por la "verosimilitud" de las pruebas, pero el juez la ha denegado, dado que se trata de una medida "cautelar", y ha considerado que ya no es necesaria si no lo ha sido con anterioridad, además de que si el presunto agresor hubiera querido salir de España para evitar la Justicia "ha tenido tres años para hacerlo", ha explicado.

  

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