Noticias de Cantabria
Opinión 28-04-2018 15:00

La Torre de Babel…., por Pedro Arce Díez

Cuando en nuestra edad escolar, mucho antes de la LOGSE, estudiábamos la Historia Sagrada, uno de los temas más curiosos y que llamaba nuestra atención era el referente a la Torre de Babel (nombre bíblico de Babilonia), leyenda que nos contaba que después del Diluvio Universal, los hombres quisieron hacer una torre que llegara hasta el cielo.

Y en eso Dios descendió para ver el trabajo de los hombres, despertando su ira al ver el orgullo de los hombres y su insolencia, decidiendo confundirles y hacer que hablaran distintas lenguas para que no pudieran entenderse, con lo que se dispersaron y abandonaron el proyecto de la torre…

Algo parecido a esto me ha sucedido a mí. He viajado recientemente por Cataluña, Baleares y Comunidad Valenciana y he observado que muchas de las gentes de estos lugares están sufriendo el síndrome de Babel, pues les están obligando a dejar de hablar el castellano y sustituirlo por el catalán, en un claro ejemplo de imposición lingüística y aniquilación del contrario.

La lengua es el principal elemento de comunicación humana y ello nos debe acercar, no alejar; lo normal en nuestro tiempo, es aprender otras lenguas que nos acerquen a otras personas y culturas; lo anormal es imponer una lengua que nos aleje. Y no sólo en la lengua, pues en algunos lugares se ha llegado a prohibir rotular en castellano y multar por ello, por ejemplo, en una panadería, lo que sí puede hacerse en francés, inglés o chino, por poner tres ejemplos que sí he visto. Hasta el punto de que la Eurocámara investigará la inmersión escolar en Cataluña, dónde lo lingüístico es la punta de lanza, bien azuzada por el acoso y la discriminación de los más pequeños, lo que en la Unión Europea a la que pertenecemos es una auténtica vergüenza; y el Parlamento europeo recuerda la obligación de garantizar el 25 % del castellano en Cataluña, lo que todo el mundo sabe que no se cumple y el Gobierno de España nunca ha sido riguroso con este tema.

Es más, ya otras comunidades autónomas están contaminándose y así tenemos los casos del País Vasco, Galicia, los aragoneses de la “raya” o nuestros vecinos asturianos con el bable; y de seguir así nosotros acabaremos reivindicando el lenguaje del Barrio Pesquero, el cabuérnigo, pasiego o qué sé yo; y puede llegar el tiempo en que no nos entendamos y España puede acabar hecha trizas como en aquella época de los Reinos de Taifas, sin que se haga mucho por evitarlo.

Como he afirmado más arriba, he circulado por estas tres comunidades autónomas, guiado por el “Tontón” y he tenido dificultades, pues no me reconocía muchos de los lugares si no era capaz de escribirlo en catalán, valenciano o menorquín; y algunos nombres era similares, pero otros eran muy distintos. Mi navegador no reconocía la ciudad de Ciudadela (Ciutadella), Onteniente (Ontinyent) y otras muchas más…

Sin embargo, cuando hablé con las personas, con muchas personas en estos lugares, pues a mí me gusta hablar con la gente, no tuve ninguna dificultad, porque en estas comunidades autónomas la gente normal de la calle habla en castellano y catalán y suelen emplear el idioma de su interlocutor sin ningún problema. Hablé incluso con el cardenal arzobispo de Valencia, Don Antonio Cañizares, un hombre amable, bondadoso y santo (Tal como lo he reflejado en la foto).

Es decir, existe un enorme divorcio entre el pueblo llano y los dirigentes políticos, que han envenenado y lo siguen haciendo a muchos de sus habitantes en una vorágine de tintes fascistas, dónde el lenguaje es una de las facetas más vistosas, junto con los símbolos como las banderas. ¡Quién se lo iba a decir a Mussolini o a Hitler, que tienen por esta parte unos buenos cachorros!.

Y es curioso y peligroso que estas tendencias estén calando en muchos jóvenes y en los partidos de izquierda y sindicatos de clase que, durante el siglo XIX y XX han enarbolado las banderas de la solidaridad, la fraternidad y el movimiento universalista. ¿Se han vuelto locos?. No; solamente están ofuscados sectariamente en la lucha contra las fuerzas conservadoras y están dispuestos a jugárselo todo, aunque sea también su propia supervivencia.

Y ante estas cosas, no se extrañen que los viajeros eviten estos lugares, como ha sucedido en los últimos meses, dónde hasta las plazas ofertadas por el Imserso han sido poco demandadas; mi caso no ha sido así, pero en el futuro quien sabe cómo actuaré…

Y volviendo a la lengua española que hablan orgullosamente casi 500 millones de personas en todo el mundo (es la cuarta lengua más hablada del mundo después del chino, inglés e hindú), y es difícil de entender la paradoja de que en un cacho de España renieguen de la misma. ¿Cómo es posible que nosotros mismos despreciemos y echemos por la borda de la Historia este rico patrimonio lingüístico común?. Parece una auténtica insensatez colectiva. ¿Alguien ha pensado que en EE. UU. viven 321 millones de hispanohablantes y en Brasil más de 200 millones y que el español es obligatorio en la enseñanza, mientras los catalanes abominan del mismo?

…Es decir, algunos están suspirando por Babel y comportándose mezquinamente mientras el mundo rueda hacia la universalidad y la globalización.

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