Noticias de Cantabria
24-02-2010 09:00

El Santander

El Santander quiere pisar de nuevo el acelerador en el Reino Unido y está ya analizando con todo detalle la posibilidad de adquisición de activos que bancos como el Royal Bank of Scotland (su antiguo socio estratégico y con el que luego compró ABN Amor) o el Lloyds TSB han puesto a la venta dentro de sus planes de ajuste y de captación de financiación para poder devolver las ayudas públicas que impidieron su quiebra.

El grupo español, que adquirió  el Abbey en 2004 y posteriormente el Aliance & Leicester, es el segundo banco del mercado británico en hipotecas, con una cuota del 11%, y cuenta con una cuota de mercado del 10% en oficinas, con 25 millones de clientes. Es, además, el tercer banco en depósitos de particulares. Ya a mediados de enero, el presidente del grupo, Emilio Botín, dejaba claro en la presentación de la unificación de todas sus marcas en el Reino Unido bajo la del Santander (las 600 oficinas de Alliance & Leicester serán Santander en el segundo semestre) que estudiará las oportunidades de compra de activos que se presenten en ese país. Aunque matizaba que la prioridad del grupo era "avanzar en el crecimiento orgánico".

La apuesta del Santander por el Reino Unido se ha visto reforzada por la intervención del vicepresidente segundo y consejero delegado del banco, Alfredo Sáenz, ante la Comisión del Tesoro del Parlamento británico. Allí ha reiterado la voluntad del Santander de incrementar su cuota de mercado en banca comercial, aunque no precisó si iba a lograrse mediante la compra de activos a otros bancos británicos.

Sáenz desveló que el Santander había enviado al Banco de España el living will, o el testamento en vida, en el que el grupo indica las instrucciones para su desmantelamiento en caso de colapso definitivo. Aunque ese documento debe "perfeccionarse", el Santander es el primer banco del mundo en presentarlo. Ese testamento o voluntad en vida forma parte de las propuestas formuladas por el G-20 el año pasado para prevenir nuevas crisis financieras globales. Y todos los grupos con peso en el sistema financiero internacional deben elaborar un documento de estas características antes de que finalice el presente ejercicio.

La presencia de Alfredo Sáenz en el Parlamento británico tenía como finalidad contestar las preguntas de los diputados integrantes de la Comisión Selecta del Tesoro en el marco de una investigación sobre si hay bancos "demasiado grandes para caer". El vicepresidente y consejero delegado del Santander aprovechó para hacer lobby bancario y alertar de que las reformas destinadas a reducir los riesgos y evitar otra crisis financiera podrían resultar "muy onerosas" y perjudicar las ganancias de todo el sector. "Si todos estos elementos que se están discutiendo bajo el paraguas de Basilea III se aplican, sería muy oneroso, una carga pesada sobre la rentabilidad del sistema y el sector bancario", aunque Sáenz precisó que no se puede predecir con exactitud el impacto ya que muchos detalles de esas medidas aún se desconocen y tampoco está claro que vayan a entrar en vigor en su propuesta actual.

Los grandes bancos experimentarían una reducción anual de sus ganancias de unos 110.000 millones de dólares si se introducen los cambios propuestos para aumentar el capital y la liquidez junto con otras reformas, estimaron analistas del banco estadounidense JPMorgan, que consideran que se dañaría el crecimiento económico y peligraría el crédito al elevar los costes para las entidades financieras.

Alfredo Sáenz, como ya hizo Emilio Botín en la presentación de los resultados del Santander en 2009, se desmarcó de iniciativas procedentes de Estados Unidos de separar radicalmente banca comercial y banca de inversión, como propone Paul Volcker, asesor especial del presidente Barack Obama y ex presidente de la Reserva Federal. Para el consejero delegado del Santander, obligar a los bancos a tener más capital para cubrir las actividades de mayor riesgo es un planteamiento más adecuado que forzar el desmembramiento de los grandes grupos financieros.

"Estaría a favor de exigencias adicionales de capital para las actividades de más riesgo, como las operaciones por cuenta propia. Más que una separación, abogaría por requisitos adicionales de capital", señaló Sáenz ante los diputados de la Comisión Selecta del Tesoro del Parlamento británico. Las operaciones por cuenta propia son aquellas en las que el banco opera con su propio dinero y no con el de un cliente, y el Gobierno norteamericano quiere que se penalicen y que se separen de los negocios de banca comercial, y en el caso del Santander es una actividad "insignificante".

No veo ventaja alguna en esta forma de fragmentar la banca. Perjudicaría a los clientes", concluyó  el vicepresidente y consejero delegado del Santander. Alfredo Sáenz también rechazó la propuesta norteamericana de fijar una ratio de apalancamiento para todos los bancos internacionales, ya que en su opinión no sirve para medir el riesgo de los activos.

En Madrid, en unas jornadas sobre el futuro del sector financiero organizadas por KPMG, el consejero del Santander y presidente de Santander Consumer Finance, Antonio Escámez, insistía en el lobby bancario contra algunas propuestas de regulación del sistema financiero internacional. En la línea de la argumentación expuesta por Emilio Botín en la presentación de resultados y en la reciente Conferencia Bancaria Internacional que el Santander organiza cada año, Escámez rechaza que el tamaño sea determinante para fijar el riesgo sistémico de una entidad, ya que los grupos grandes se benefician de una mayor diversificación de sus negocios. "Éste es un debate de mucha actualidad, pero no está demostrada la relación entre tamaño y riesgo sistémico, porque no se puede demostrar", señala Antonio Escámez.

Según el consejero del Santander, el origen de la crisis financiera internacional no radica en el tamaño de las entidades, sino en una supervisión deficiente y muy laxa en algunos países, así como en una mala gestión del riesgo, con un apalancamiento excesivo, y en fallos de los sistemas de gobierno corporativo. "Hay aspectos mucho más importantes que el mero tamaño para determinar si un banco puede suponer un riesgo para la estabilidad del conjunto del sistema financiero", insiste Antonio Escámez. "En el Santander creemos que el tamaño ayuda, siempre y cuando haya una buena gestión del riesgo y una adecuada supervisión", resalta.

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