Noticias de Cantabria
28-08-2009 09:00

Ora et labora en la educación de nuestros hijos

Educar es conducir al alumno por el camino de la verdad. Camino éste, siempre aderezado de dificultades, vericuetos oscuros preñados de esfuerzo y constancia, horas de rezo y trabajo, veneración por el maestro y asunción del primer peldaño por el aprendiz.

Por otro lado, cantos de sirena nos acercan a la escollera de atajos de aparente sencillez y premura pero que nos conducen, con prisa y sin pausa, al abismo del adocenamiento.

Debemos optar por un camino u otro cuando nuestra responsabilidad recae sobre nuestros hijos. ¿Qué es lo que queremos de ellos? ¿La rutina del bienestar material que nos retrasa varios peldaños en la evolución, o la excelencia, espartana expresión ésta pero de claridad acerada?

La Escuela Escolástica poseía el don de la iluminación en la sencillez. El Maestro, que no profesor, elegía el texto erudito a analizar, y por lo tanto, lo primero a tener en cuenta era saber leer. Pero leer entendiendo, aprendiendo y memorizando.

Posteriormente, el Maestro polemizaba con el cuestionamiento de las premisas intercaladas en el documento dando lugar a la “Disputación” de los diferentes argumentos a favor y en contra, tesis y antítesis de la Idea.

A término, el Conductor de la Polémica articulaba la investigación, proponía soluciones sustentadas en buenas razones, lanceaba las alternativas fallidas con ataques educados y, en Suma, se ordenaba el Saber con esquemas racionales, que no quiere decir razonables o “cómodos”.

Visto lo visto,¿Hasta dónde queremos llegar? ¿hacia lo que Tomás de Aquino denominaba “Estado de Perfección del Hombre” mediante la asunción de virtudes, o hacia el estado catatónico del homínido aturdido por instrumentos virtuales de información sin freno?

¿Dónde está la línea delimitadora? Si quieren ustedes, un consejo... el camino del esfuerzo, de la probanza diaria, del premio desde la transcendencia del Maestro que lo concede, es la mejor guía para acceder al verdadero conocimiento, que, en definitiva, es La Verdad.

No se equivocaban nuestros sabios ancestros cuando desgranaban la virtud como, la Justicia, la Templanza, la Sabiduría y la Fortaleza. Esos son los pilares de una buena educación y no aquellos que nos deslumbran cual Becerros de Oro en estos desiertos educativos modernos.

Nuestros hijos deben responder a ese ideario de virtudes expuesto, a pesar de que nos mirarán muchas veces con ojos desolados por no entender que la Justicia bien vale unas horas de trabajo y sacrificio ante la lección bien aprendida; que la Fortaleza se adquiere en el gimnasio del corazón; que la Sabiduría se bebe en la fuente y no embotellada en adornados recipientes y que la Templanza se tornea en los hornos del herrero del Alma.

Aprendamos bien esta lección y no desvariemos en el paso por el camino de la rectitud, y nuestros hijos nos lo agradecerán con una sonrisa en nuestra vejez.

DIFFICILIOR LECTIO POTIOR.”La lección más difícil es la preferible”.

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Comentarios(1):

zumbirock - 06-05-2010

Si la educación de "antes" era tan excelsa, puede explicarme usted porque esa generación que ahora son nuestros mayores, nos legan esta sociedad precaria, mercantilizada y sin salidas? Basta ya de añorar el pasado de este país; a mi entender, cualquier tiempo pasado no fue mejor y, aunque coincido con usted en la necesidad de recuperar el esfuerzo como virtud en la educación de los alumnos, creo necesaria una educación adaptada a las circunstancias actuales, gratuita y laica y con un profesorado preparado; para eso, según mi punto de vista, se necesita inversión, mucha inversión pública, y desde luego olvidar cualquier tufillo a educación clasista y antigua. Los jóvenes de hoy ya no son los de antes y estoy seguro que a poco los dejen crecer en igualdad de condiciones, no les resultará muy complicado superar el listón tan bajo que nuestros mayores nos han dejado. Dejemos trabajar a los expertos y escuchemos a los jóvenes, invertamos nuestro dinero en nuestras escuelas y todo acabará mejorando...