Noticias de Cantabria
22-12-2008 09:00

Hoy tu tía está montando en bicicleta

Tras decodificar la señal recibida a bordo del minisubmarino X-23 recién situado en su posición de combate, en la mañana del 4 de Junio de 1944 cuando comenzaba a amanecer, frente a la costa de Normandía, el Alférez de Navío de la Reserva Naval Británica, Jorge Honour, cogió aire en sus pulmones y dio orden de preparar todo para el día D.

Tras confirmar su posición y verificar el ancho de costa a señalizar, recibió un mensaje cifrado que les comunicaba que el día D se atrasaba 24 horas. El mensaje en clave no daba dudas, tras verificarlo varias veces, había que esperar, difícil trance que antecede al heroísmo, paciencia y a terciar los nervios preparando todo.

El oficial de la Reserva Naval de la Armada Británica, Jorge Honour, superó en valentía a su apellido, dando un toque de picaresca e imaginación británica a una gesta única, sin casi medios, dio sentido y orden, al desembarco de Normandía, dio nombre a un día sin letra, dio nombre al "DIA D". Mientras se escuchaba masivamente en el convoy naval las instrucciones del general Dwight Eisenhower  de "no os preocupéis de los aviones, si divisáis alguno, será de los nuestros" , un pequeño grupo de marinos, preparaban el campo. Con gran riesgo para sus vidas, entre chistes y algún sorbo de ginebra proporcionado por petacas que escondían en sus lomos metálicos los nombres grabados de su país "Gran Bretaña" y algunos bellos nombres de mujer que quizás se amontonaban como las constelaciones celestes, la tripulación del minisubamarino X-23 salió a la mar, tras un más que dificultoso entrenamiento. A la mar solo salieron los mejores, los más temerarios, los que según un informe del Almirantazgo Británico, quizás nunca volverían, pero eran conocedores de esta circunstancia.

Tras recibir la llamada de su país, asediado por los incesantes bombardeos alemanes, primero por la visita inesperada y ruidosa de la Luftwaffe, y más tarde por los envíos sin sello postal de las V-1 y V-2 (estas últimas de mayor precisión), el joven Jorge Honour, una persona alegre pero sacrificada, se enroló en el proyecto de la Royal Navy sobre armas navales sin casi recursos técnicos tan solo dotadas de el mejor de los recursos militares, la imaginación, algo que la tripulación del X-23 habría demostrado tener plena solvencia.

El minisubmarino X23, tenía una eslora de casi 14 metros, estaba dotado de una planta propulsora en la que un simple motor eléctrico con una autonomía más que limitada acaparaba toda la expectación de la tripulación. Como medio de descanso de la tripulación (más bien para ocupar el mínimo de espacio) el minisubamarino, contaba con dos literas, un aseo, una cocina, un equipo de radio para enviar y recibir señales y con unas cuantas botellas recicladas de oxigeno (tomadas de aparatos de la Luftwaffe derribados en Inglaterra, ya que eran las botellas más ligeras disponibles). A modo de semáforo, estaba dotado de un mástil, con una longitud de cinco metros y medio, que había que afianzar manualmente al casco y que tenía la propiedad de deformarse con demasiada facilidad, algo que convertía su objetivo, en algo muy complicado.

Este mástil tenía como misión dar una luz verde al convoy de desembarco. Otro minisubmarino, el X-20,  tenía ese objetivo al otro extremo de la franja de desembarco, ambas luces tenían que ser solo visibles desde la mar, estando ciegas hacia la costa para no alertar a la fuerza alamana. El nombre en clave de esta misión naval, fue "Gambito".

Con cinco hombres a bordo, zarparon los minisubmarinos  X23 y X20, a las 18:00 del viernes 2 de junio de 1944. El  X23 puso rumbo hacia Juno y el X20 enfiló hacia Sword. El domingo por la mañana, antes del amanecer, el X23 emergió en busca de aire y para confirmar su posición. A medida que clareaba el día el submarino se sumergió a cota de periscopio y verificó su posición tomando referencias a tierra, posiciones en tierra para asegurarse de que estaban en el punto adecuado. Tras escuchar durante horas el silencio de la estación de radio tomaron fondo a la espera de noticias.

El  domingo al mediodía, el comandante Jorge Honour, oteo el horizonte con el periscopio, descubriendo una gran actividad de la fuerza alemana en las inmediaciones de la playa. A medianoche llevó el submarino a la superficie para renovar el aire, Pasadas las dos de la madrugada recibieron un mensaje codificado desde la Isla de Wight, dirigido al X20 y el X23. El mensaje era "Hoy tu tía está montando en bicicleta". Tras verificar la decodificación, el Alférez de Navío Jorge Honour, confirmaba a su tripulación que el desembarco aliado se había pospuesto un día. A continuación, dio orden de sumergir la nave para esperar 24 horas más.  No había manera de conocer la reserva de aire a bordo, ya que carecían de métodos para indicarlo.  Jugaron al póker e intentaron dormir por turnos en las literas.

En la medianoche del cinco al seis de Junio estando en superficie, no recibieron ningún mensaje.  Después de cargar las baterías volvieron al fondo. A las cinco de la mañana del "Día D" subieron a superficie y echaron el ancla afianzando su posición. El tiempo era malo, el viento en el Canal de La Macha producía olas de uno a tres metros de altura. Las olas rompían sobre el submarino haciendo que este destacara su posición. A  las cinco y veinte finalizaron los preparativos y comenzaron a emitir señales de radio mientras una luz verde parpadeaba en lo alto del mástil, colocada de tal modo que se viese a una distancia de hasta cinco millas en dirección al mar, pero oculta desde tierra.  Estaban en situación, siguiendo meticulosamente las ordenes encendieron la radio colocada debajo del casco la cual emitía un sonido metálico bajo el agua, sonido que podía ser detectado por un sonar y así fijar su localizaron. Pero a esa cota batimétrica y en esa zona, no eran un objetivo de los U-Boot alemanes. Al poco rato, el horizonte se empezó a llenar de grandes buques seguidos de  destructores y barcazas de desembarco.

Por unas horas, las puertas del infierno se abrieron. Por encima del X23,  sobrevolaban proyectiles de catorce pulgadas de los cruceros y de cinco pulgadas los proporcionados por la potencia de fuego de los destructores aliados. En la orilla, bombarderos y cazas arremetían sin descanso la playa, barriendo sin cesar la línea de costa. Su meta era marcar el canal del desembarco, que los tanques anfibios y barcazas alcanzaran su objetivo. Como si se tratara de una matriz ilimitada matemáticamente, la mar se lleno de barcazas y de carros de combate autopropulsados, Comenzó la ofensiva aliada, daba comienzo la gran apuesta por recuperar la racionalidad en Europa.

A medida que pasaba la fuerza aliada por el costado del X-23, creció la posibilidad de ser abordados, por lo que el comandante Jorge Honour, se apresuró a enarbolar una sábana blanca al mástil mientras animaba a las tripulaciones que casi rozaban el casco de su nave para afianzar su rumbo a hacia la playa.

Todo un raudal de coraje, que permanece como muchas gestas personales en el silencio, pero que sin gracias a estas tripulaciones, el gran desembarco, no se habría podido realizar. Tras la finalización del desembarco, tuvieron que solicitar por radio con gran insistencia su recogida por remolcadores de la fuerza aliada, ya que los aliados les daban por perdidos.

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Comentarios(1):

Gelin Máquinas - 29-12-2008

No hay como darle a la maquinilla sin parar