Noticias de Cantabria
09-01-2018 19:00

Tabarnía un drama sin solución previsible

Una vez iniciado el primer acto de la comedia catalana, donde se ha decidido por una república simbólica de independencia, es lógico que se siga un segundo acto, en el que se llegue al nudo de la trama, para luego caminar hacia la solución en el tercer acto.

Los separatistas catalanes han presentado el primer acto, con mucho interés y fuerza, llegando a proclamar una separación de España. Y como han manifestado, ha sido para constituir una república simbólica, con voluntad de separarse, con un sueño de  libertad. Pero sin valorar el dolor y la pérdida de los ciudadanos no políticos, que tienen que vivir de un puesto de trabajo en una empresa que se marcha a otra ciudad de España. Y, aunque tienen claros los objetivos del drama, los medios para alcanzar ese fin no los tienen demasiado despejados, pues se han echado atrás cuando se han visto ante un juez. En ese momento han actuado con tanta insinceridad y necedad, que cuando se han visto fuera del tribunal, han seguido con la cantinela  independentista, para completar el acto de la comedia.

Pero al entrar en el segundo acto, se han encontrado con un nuevo personaje que no estaba previsto en el proyecto. Las pretensiones de una autonomía nueva: Tabarnia que ocuparía la zona industrial de la Cataluña histórica. Un proyecto no nuevo, el plan original parte del año 2011, cuando un blog se registra con el acrónimo de Tabarnia – compuesto con los nombres latinos que hacen revivir su más profunda tradición romana de Tarraco y Barcino –. La aspiración territorial abarca las capitales y zonas metropolitanas de Barcelona y Tarragona.

La razón de saltar este movimiento a la política, vino condicionada por el inicio del movimiento separatista en 2012 promovido por la Generalitat. Barcelona y Tarragona, como zonas industriales tienen la intención de blindarse de cara a la hipotética independencia. De aquí nació la idea de la autonomía de Tabarnia, y se ha alimentado con la urgente necesidad de echar una mano a los empresarios, de los que más de tres mil, han levantado el vuelo hacia otros aires. Y por si fuera poco, Mesi pone condiciones si se llega a la independencia.

La situación creada nos lo describe un empresario, que no ha huido: «Tabarnia es la única opción que tenemos de supervivencia. No es una broma, es una tabla de salvación a la que agarrarnos antes de que esa Cataluña fanática nos ahogue. No queremos que además de ahogarnos a impuestos, nos boicoteen la marca Barcelona, echen a los turistas, quieran imponernos aranceles a la exportación sacándonos de Europa, que nos impidan trabajar con sus paradas violentas de país».

Lógicamente aquellos promotores del drama se han puesto nerviosos ante la nueva autonomía, pues ahora no sólo tienen que luchar con la legislación española, sino que tienen que enfrentarse, también, a la Cataluña industrial. Algo inesperado, y que les afecta en su entidad. Acaece esto en el momento en el que internamente la división de fuerzas es tan grande, que les es difícil orientar la comedia hacía el final propuesto.

Llegado a este momento lo primero que se pregunta es, si se trata de una escena de humor, o tiene trazas de veracidad, toda la comedia que se ha montado. Y lo que parecía una escena de paso, va tomando visos de verdadera oposición, y promete utilizar las mismas armas que han usado los independentistas: la desobediencia a la ley y el concepto de democracia que se han creado, pero desechando el arma que más han usado los independentista: la mentira.

Hemos quedado admirados de cómo los independentistas han utilizado la desobediencia de la ley, hasta crearse leyes a su medida y conveniencia, sin valorar que con más exigencia están condicionados por una ley básica, que es más radical y obligatoria. Además, algo admirable, cuando estiman que se les ha conculcado una norma acuden a la legislación del Estado apelando al Tribunal Constitucional, al que se niegan obedecer. Maravillosa forma de jugar a su conveniencia. Por otra parte no dejan de apelar a la democracia. Constantemente les sale de la boca la palabra democracia, pero no se trata de una democracia real. Deberían saber que la democracia no es votar. Esto se hace en cualquier tipo de gobierno, aun en las dictaduras. El votar es un instrumento que se usa en la democracia, como es también la legislación. La democracia es algo más básico y profundo, y consiste en unos principios fundamentales necesarios, que constituyen el eje de la convivencia en la sociedad.

Ahora llega el momento del tercer acto, el desenlace. Hay que proponer la conclusión, y no ésta a la vista la solución. Nos encontramos ante una situación disparatada: unos fugados y otros en la cárcel, y además enfrentados entre sí los distintos partidos separatistas. En estos tiempos de medianos políticos, no tienen claro cómo tomar posesión de los escaños que creen haber ganado, y sueñan poder dirigir la Autonomía sin estar presentes. ¡Qué futuro tendría con estos políticos la ciudadanía catalana!

 

 Tan disparatada situación es para pensar, si no hay que reformar totalmente nuestra política. A esta comedia se le augura una conclusión incierta. ¿Cuál será el final?

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