Noticias de Cantabria
15-11-2017 18:04

Una historia aeronaval fascinante…

Desde hace unos años vengo persiguiendo la historia de la aviación en Cantabria y, monótonamente, voy buscando aquí, allá y acuyá… Como un cuentagotas de alquitara, van apareciendo noticias más o menos importantes; y, a veces, ¡salta la liebre!, y me encuentro con alguna noticia interesante, como la que les voy a contar hoy.

Y la chispa que hizo saltar esta noticia, sucedió hace unos años en un bar de Galizano dónde vi, como adorno de sus paredes, algunos objetos de un buque que había venido a dejar sus costillas en nuestros agrestes acantilados…

Agonizaba el año 1951 y hacía un tiempo invernal que en nuestro mar Cantábrico era de auténtica galerna y que ello obligaba a tener la flota amarrada y bien amarrada; no sólo las merluceras o los frágiles pesqueros, sino los mercantes de porte, se abstenían de hacerse a la mar.

Pues a pesar de este fortísimo temporal y que amenazaba con intensificarse, el 27 de diciembre de ese año de 1951, zarpa del puerto de Pauillac (Burdeos), con destino a Lisboa y Gibraltar y con 12.000 Tm de fuel oil, el buque de bandera noruega “Osthav” y se mete de lleno en la barra de la Gironde con un fuerte temporal, hasta el punto de que el “practico” francés que lo sacó del puerto no pudo saltar a su lancha. ¡Imaginen Vds. como estaría el bravo Cantábrico!.

Y en medio de este mar bravucón, con olas gigantescas, sucedió que al ser elevado por la fuerza de una de ellas, y quedar suspendido en el aire, vino a partirse materialmente en dos el buque, como si de una astilla se tratara. Por una parte, la proa con el puente donde estaban el capitán con su esposa, el práctico francés y otros seis tripulantes y, por otra, el resto de la estructura con otros 34 tripulantes; y no era un “cascarón”, pues el “Osthav” tenía 465 pies de eslora y pesaba 8.525 toneladas, pudiendo llevar en sus bodegas 12.000 toneladas; para más información, había sido construido en los astilleros alemanes de la Deutche Werft en 1931 para el armador noruego Per Lodding, de Oslo.

Y lo más grave, es que en cada una de las partes de lo que quedaba del buque, habían quedado personas separadas, atrapadas, asustadas y acongojadas por lo que podía ser una muerte casi segura; y el mar, furioso, no cesaba de lanzar embates sobre los despojos que él mismo había provocado. El petrolero “Osthav”, herido de muerte, sangraba por las numerosas heridas que el mar le iba infringiendo sin piedad, como obcecado por su víctima. ¡Ni siquiera tuvieron tiempo de lanzar una señal de socorro!.

Aquello era espantoso. Ambas partes a la deriva y separándose una de la otra; la parte de popa se iba hundiendo poco a poco, aunque tuvo la suerte de que fuera localizada inesperadamente por la motonave sueca Gunnys a las once de la noche del 29, y al clarear ya el día 30, consiguió salvar a aquellos ya desesperados tripulantes y desembarcarles en La Coruña, al tiempo que desde la Capitanía de El Ferrol se lanzó una señal de socorro que puso en funcionamiento los recursos que en aquellos tiempos se disponían, para localizar la proa que se encontraría a la deriva y con nueve personas a bordo. ¿Dónde se encontraría?; ¿Qué sería de sus desdichados ocupantes?...

Los barcos, mercantes o pesqueros, que se hallaban en la zona, buques de guerra de la Armada como el cañonero “Vicente Yáñez Pinzón”, así como un hidroavión, salieron en su busca; dos pesqueros con base en Santander, el “Puente Viesgo” y el “Puente Nansa” pudieron avistar lo que parecía quedaba de la popa del petrolero, batido aún por las fuertes olas y con grandes esfuerzos consiguieron acceder a lo que quedaba del buque, comprobar la situación y, tras cerciorarse de que no había tripulantes, consiguieron remolcarle, hasta ya avistar la entrada a nuestra bahía, momento en que por la fuerza de las olas, se vieron obligados a soltarle y dejarle que se fuera a estrellar él solito sobre los acantilados de Galizano.

¿Y la proa del buque?. A la deriva y con el mar golpeando incesantemente contra la estructura del puente, dónde se encontraban otras nueve personas, en un auténtico peligro; y este fue el momento en que Jaime Yllera García-Lago, presidente del Real Aero Club de Santander, acompañado por Rafael González Echegaray, oficial de la Marina Mercante y también con flamante título de piloto, salieron de La Albericia en una avioneta Stinson EC-AEC comenzaron a sobrevolar el furioso Cantábrico, esperando encontrar algún rastro de la proa. Vueltas y más vueltas, barriendo el ancho océano, hasta que, a eso de las cuatro de la tarde, ya próximo el anochecer, pudieron avistar la proa, semisumergida, y a unas 60 millas al norte de Cabo Mayor. Comprobaron la existencia de los náufragos en pasadas a ras de mar y comunicaron la situación por radio, volviendo a La Albericia, casi sin combustible. El buque suizo, “Lucerne”, que había zarpado de Santander el día anterior, pudo oír la comunicación de los tripulantes de la avioneta y recoger a los náufragos, que era lo verdaderamente importante.

¡Todos los tripulantes salvados!. Y, una vez más, desde el aire pudo prestarse una ayuda excepcional, con Jaime Yllera de experto piloto y generoso salvador. Rafael González Echegaray ya había tenido una experiencia similar hacía ya bastantes años; pero eso lo dejaremos para otra ocasión.

También hasta el lugar se acercó el bacaladero de Pasajes “Aquilón”, que comenzó a remolcar los restos de la maltrecha proa, aunque el fuerte oleaje le obligó, también, a largar y dejarle que se fuera a estrellar sobre los acantilados próximos a Guetaria.

 

Y la parte del “Osthav” que acabó destrozado sobre los acantilados de Galizano, fue desguazada con dinamita por el famoso buzo santanderino Alonso González Fernández y, por lo que se ve, algo de pedrea le cayó al bar al que yo entré simplemente a tomar un café.

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