Noticias de Cantabria
09-07-2017 22:00

Juan de la Cierva y Codorniu y Santander…

En días pasados se han celebrado en la ciudad de Santander varias actividades aeronáuticas en homenaje a Juan de la Cierva y Codorniu; una exhibición aérea de la Patrulla Acrobática de Helicópteros del Ejército del Aire (Patrulla ASPA)

 

En días pasados se han celebrado en la ciudad de Santander varias actividades aeronáuticas en homenaje a Juan de la Cierva y Codorniu; una exhibición aérea de la Patrulla Acrobática de Helicópteros del Ejército del Aire (Patrulla ASPA) en el abra del Sardinero puso fin a los actos y al decir de su única hija viva, Ana María de la Cierva, residente en Santander desde 1952, nunca había visto algo igual en España, dedicado a honrar la memoria de su padre, agradeciendo vivamente a la Asociación de Veteranos del Ejército del Aire de Santander y al Ayuntamiento de la capital cántabra la iniciativa y el esfuerzo para llevarlo a buen término.

Juan de la Cierva y Codorniú  (Murcia, 1895-Londres, 1936) fue un Inventor y científico aeronáutico español, ingeniero de caminos, canales y puertos y aviador; hijo del conocido político Juan de la Cierva Peñafiel, su familia se relacionó con la Familia Real, especialmente en sus veraneos en el Palacio Real de la Magdalena y esta coincidencia hizo que se casase con una joven montañesa, oriunda de Liérganes.

Desde muy pronto se sintió fuertemente atraído por la aviación y junto con su amigo, Tomás de Martín-Barbadillo, construyeron pequeños modelos capaces de volar; ya en 1910 presenció la primera exhibición aérea en Barcelona y construyó, con dos amigos, un planeador biplano, al que llamó BCD.1, que se elevó con éxito. Dos años después, el piloto Mauvais ensayaba en Cuatro Vientos el BCD Cangrejo, un biplano con hélice propulsora diseñado y construido por el mismo trío de muchachos. En 1913 el BCD.2, un monoplano, realizó igualmente sus pruebas.

En 1919, año en que terminó la carrera de ingeniero de caminos, Juan de la Cierva construyó un gran trimotor de bombardeo para concurrir al concurso de prototipos de la Aeronáutica Militar; desgraciadamente, el aparato resultó destruido en su primer vuelo. Tras este accidente, el joven ingeniero comenzó a pensar en un sistema de vuelo exento de peligro por la pérdida de velocidad. Y es así como concibió, diseñó y desarrolló el autogiro, como un aeroplano con ala giratoria y que a través de su rotor articulado, se llegaría al actual helicóptero, aeronave que es imprescindible en nuestra actual forma de vida y del que, sin ningún género de dudas, puede considerársele el primer inventor.

El modelo de autogiro C.4, la primera aeronave de ala giratoria y ya el cuarto modelo, realizó su primer vuelo, entre los aeropuertos de Cuatro Vientos y de Getafe, en Madrid, el 17 de enero de 1923. ¡Fue un hito de la aviación mundial!, aunque haya pasado un tanto desapercibido.

Nuestro ingeniero, matemático e inventor no paraba para mejorar continuamente su invento; en 1924 apareció el C.6, y en octubre de 1925, un modelo mejorado, también hecho en Cuatro Vientos, el C.6 bis, que fue ensayado con gran éxito en el aeropuerto de Farnborough, al sur de Londres, hizo que un grupo de financieros británicos, encabezados por el industrial y aviador escocés James George Weir, ofrecieran su apoyo al inventor de la Cierva; en 1926 se fundó en Londres Cierva Autogiro Company, Ltd., construyendo en el Reino Unido el Cierva C.8, junto con Avro. El C.30 resultó un gran éxito y se construyeron cerca de centenar y medio bajo licencia, en el Reino Unido (Avro), Alemania (Focke-Wulf) y Francia (Lioré-et-Olivier), ya en tiempos de la preguerra. Esta compañía que se dedicó a la fabricación de autogiros y helicópteros, desapareció en 1975.

En 1928, de la Cierva realizó la travesía del canal de la Mancha en un C.8 y al año siguiente, se inició la construcción de autogiros en EE. UU., volando en pruebas en torno al Capitolio.

El 14 de agosto de 1930 llegó con su autogiro G-AAUA al aeródromo de La Albericia, procedente de San Sebastián; era una jornada con bastante niebla  y amenaza de empeoramiento del tiempo, con negros nubarrones por el Oeste, y el retraso de su llegada provocó una cierta alarma, saliendo el piloto santanderino Teodosio Pombo al encuentro de Juan de la Cierva, siguiendo la línea de la costa hasta Saltacaballos y regresando sin haberle avistado….

Por fin, a eso de las siete de la tarde, con el numeroso público ya muy impacientado y preocupado, apareció sobre el cielo gris de Santander, el autogiro de Juan de la Cierva; Pombo volvió a despegar para indicarle la vertical del aeródromo y de la Cierva pudo realizar un aterrizaje casi de forma vertical, que dejó boquiabierta a la multitud que allí se había congregado. El inventor y piloto fue aclamado y a saludarle se acercaron Juan Pombo, el conde de Maceda, que era el montero mayor del Rey y la propia esposa del intrépido aviador, la montañesa María Luisa Gómez Acebo. Había realizado el trayecto desde la capital donostiarra en  una hora y cuarenta y dos minutos, encontrándose un fuerte viento de cara.

Tres días más tarde, fue invitado por el Rey a almorzar en el Palacio Real de la Magdalena y unos días más tarde, el Monarca se trasladó al aeródromo de La Albericia para ver el autogiro, que le fue explicado por su inventor, especialmente en aquellos avances que se habían introducido como las nuevas palas del rotor, la cola de escorpión, el tren de aterrizaje, ya con ruedas equipadas con frenos. No le hubieran faltado al rey deseos de volar con este aparato, pero razones de seguridad impedían afrontar tal riesgo; sin embargo, sí lo hizo el Infante Don Jaime, en un vuelo sobre la ciudad y bahía de Santander, del que quedó totalmente complacido. Durante los días en que permaneció en Santander, voló sobre la ciudad y la bahía de Santander y en una ocasión parece que aterrizó en Pedreña, posándose en el campo de golf, y también lo hizo en Liérganes, localidad de la que era oriunda su esposa.

La foto que ilustra esta información está obtenida en el aeródromo de La Albericia con ocasión del aterrizaje de Juan de la Cierva en 1930 y el niño que está en primer plano es Manolín, hijo de Manuel Martínez Peña, “Tafall”, conocido taxista de Santander y que fue propietario del aeroplano De Havilland, EC-GAA; Manolín falleció joven en un fatal accidente sofocando un incendio (Cortesía Eloy López Ayerdi).

Los dos desarrollos más espectaculares a partir de entonces fueron el mando directo en 1932 (C.19 Mark V) y el despegue por salto en 1934 (C.30 modificado). A partir de los primeros despegues directos experimentales, De la Cierva se dedicó al desarrollo de la cabeza del rotor autodinámico, que logró en grado limitado en 1936 (C.30 Mark III).

Cuando  estalló la Guerra Civil, se encontraba en Londres y desde allí ayudó a las fuerzas sublevadas para que consiguieran el aeroplano De Havilland DH-89, “Dragón Rapide”, con el que el general Franco voló desde Gando (Islas Canarias) hasta Tetuán (Marruecos), para tomar el mando del Ejército del Norte de África.

Falleció el 9 de diciembre de 1936 con 41 años al estrellarse en el despegue desde el aeropuerto de Croydon (Londres, Reino Unido), el Douglas DC-2 de KLM en vuelo regular Londres-Amsterdam en el que viajaba como pasajero. ¡Casualidades del destino!.

Recibió las medallas Daniel Guggemheim y Elliott Cresson y en 1954, le fue otorgado, con carácter póstumo, el título de Conde de la Cierva. Tiene plazas, calles y barrios con su nombre en Getafe (Madrid), Arganda del Rey (Madrid), La Felguera (Asturias), La Coruña, Mataró (Barcelona), Barberá del Vallés (Barcelona), Cádiz, etc.; los Institutos de Educación Secundaria de Madrid, Murcia, Málaga, Getafe, Vélez-Málaga, Totana, Puente Genil y el instituto español de Tetuán (Marruecos), llevan su nombre, en honor de tan genial inventor. Igualmente, en Getafe se encuentra el estadio Juan de la Cierva y en Lorquí (Murcia), también lleva su nombre el polideportivo. El salón principal de la ETS de Ingenieros Aeronáuticos de la Universidad Politécnica de Madrid lleva su nombre y el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos ha propuesto que el ya construido Aeropuerto Internacional de la Región de Murcia, sea denominado como Aeropuerto Internacional Juan de la Cierva…

 

¡Y Santander debiera de unirse a esta lista de ciudades, con una calle o un monumento a la memoria de tan ilustre inventor!

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