Noticias de Cantabria
19-05-2017 16:05

Libros de texto llenos de erratas mil

¡Menudo caos mental tendrá el alumnado vasco cuando finalice la enseñanza primaria! Digo esto porque he tenido ocasión de estudiar con detenimiento cuatro libros de primaria de esa comunidad autónoma y tengo la sensación de no entender nada, por no decir que la falsedad se ha apoderado del contenido en algunos libros de texto.

Lo mismo da que uno se detenga en mapas, en contenidos, en ejercicios, recapitulaciones o en reflexiones puntuales. Parecen querer dar a entender que Euskal Herria es el ombligo del mundo, país con aspiraciones de independencia, surgido al margen del Estado español como consecuencia de la existencia de una raza superior.

El nacionalismo ha encontrado el germen desde el que configurar un pensamiento, un sentimiento y una actitud. Una vez más, la escuela es utilizada para provecho propio y con clara inclinación política, económica y social. Así entendida la escuela, hemos de considerarla como una aberración social y una vergüenza con abuso de competencias. Esta misma idea sirve para calificar, también, el sectarismo que da en la comunidad autónoma de Cataluña.

Se suele decir que cuando la política entra en la escuela, la educación salta por la ventana. Y antes o después se paga esa mala conciencia. Mientras tanto, el Ministerio de Educación mira para otro lado, cobarde y aturdido ante la política mal enfocada que ha caracterizado a los Gobierno de Felipe González y Zapatero. Aznar ni siquiera se atrevió a entrar en ese tema.

Las políticas educativas seguidas en Cataluña y País Vasco vienen acompañadas de la desidia de la Alta Inspección en ambas comunidades, también sujeta a amenazas puntuales y al desprecio de las sociedades vasca y catalana. Por cierto, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, es justo decir que esa Alta Inspección dependiente del Gobierno central  tampoco sirve para nada en el resto de comunidades autónomas, salvo para duplicar funciones, ejercer de vividores y ‘hacer el paripé’. Por cierto, recientemente el Gobierno de Rajoy ha cedido en todo respecto a desistir de que la Alta Inspección controle los contenidos del sistema educativo: ahora lo ha hecho por escrito, pero ese cargo ya era una chapuza institucionalizada y aparcada; ni siquiera los docentes hemos creído en ella porque en casi todas comunidades ha servido como recogedero de ‘elefantes políticos’ que habían sido retirados de Diputaciones, Congreso de los Diputados y Senado, entre otros.

Hace años, en 1985, si la memoria no me falla, se creó la Alta Inspección como órgano encargado de que las comunidades autónomas con competencias educativas (hoy las tienen todas) se ciñeran en su normativa al marco de referencia estatal. Pero ni en el País Vasco ni en Cataluña ha dado resultado. Ahora se comprueba que tampoco ha dado resultado en el resto de comunidades autónomas donde, si exceptuamos pequeños roces, todas adaptan sus desarrollos normativos a la general global. En teoría es, precisamente, la Alta Inspección de cada comunidad, la encargada de frenar los usos y abusos tanto de contenidos inconstitucionales, como de falsedades y manipulaciones. Actualmente, la figura titular de la Alta Inspección en el País Vasco y en Cataluña, así como el delegado del Gobierno de cada una de ellas, deberían explicar qué sucede en su jurisdicción. Pero no solo en educación, sino en otros temas de calado como la enseña nacional, la Policía, la Guardia Civil, las comunicaciones y la convivencia, por citar las más relevantes. No olvidemos que el Alto inspector depende de la figura del citado delegado. Ambos deberían dimitir, pero como la vergüenza es pasajera, al final pasarán a la Historia como meros incompetentes, ‘memos’  puntuales o paranoicos situacionales.

 Todo el mundo tiene derecho a soñar, pero a algunas editoriales les han vendido la burra “coja, soltera y barrigona”. No vale decir que miran por sus intereses económicos solamente. Hasta algunos partidos políticos han llevado a cabo informes completos sobre el tema y la lectura de ellos constata que el único marco sociopolítico para el alumnado y el profesorado de esas comunidades es un marco confuso y engañoso, por no decir aberrante con mayúsculas. En pleno siglo XXI los nacionalismos siguen mirando hacia atrás, sin perspectiva de futuro y con el afán de encerrarse en su ámbito más próximo. Por intereses egoístas, prefieren mirar hacia el aldeanismo pasado antes que hacia el futuro: miren todo lo que sucede con la “Y” vasca y con las atrocidades que dicen los libros de texto de primaria y secundaria.

Revisando con detenimiento los libros de texto de esa parte del Estado español, en algún momento he tenido la sensación de estar leyendo “Las aventuras de Mortadelo y Filemón” o de haber aterrizado en un país desconocido que ha accedido a la categoría de Estado en fechas recientes. España no es un país, una nación o un Estado, según leo. Haciendo “parapente doctrinal” nos encontramos en los libros de texto que en la Península Ibérica hay cinco pueblos culturales: Euskal Herria, Portugal, Galicia, Países Catalanes y Países Españoles. ¡Toma castaña! Han pasado del “parapente doctrinal” y patológico al absurdo más ridículo y enfermizo. ¡Además de hipocresía, destacan la torpeza y el interés, así como otras valoraciones no mencionables, por respeto al lector!

 

Menos mal que tales atropellos solo se cometen en editoriales pro nacionalistas. Hay que levantar una bandera por otras que sí saben escribir ESPAÑA en los libros de texto vascos y distinguen perfectamente entre Euskadi y Navarra. Lo que no sé es qué tipo de ventas y la cuantía de las mismas en una circunscripción donde todo lo que suene a España es enemigo, objeto de acoso y derribo y punto de mira para la destrucción y el escarnio. En el caso que nos ocupa, y preocupa, el pagano final será el alumnado y el responsable único el trasnochado nacionalismo excluyente.

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