Noticias de Cantabria
01-07-2016 09:39

El mito de la obsolescencia programada

Algunos sectores de la sociedad quieren instalarnos la idea de que las empresas (y en especial las grandes) quieren tenernos todo el rato consumiendo para así enriquecerse más.

Según esas personas, para conseguir el máximo beneficio a nuestra costa las empresas hacen pactos para subir los precios y fabrican objetos que se rompen fácilmente para que así tengamos que comprar más. “Somos esclavos de las multinacionales” o “las grandes empresas nos gobiernan” suelen decir. Dedicaré este artículo para falsar algunos de los argumentos más comunes que apuntalan esas falsas ideas que, poco a poco pero no menos peligrosamente, van formando parte de la sociedad.

En primer lugar, se encuentra el ejemplo de la bombilla que lleva 115 años funcionando y que se contrapone con lo que duran las de hoy en día.

Esta bombilla se encuentra en parque de bomberos de California y lleva encendida ininterrumpidamente desde 1901. Más tarde, en 1924, se formó el Cártel Phoebus. Dicha alianza estuvo conformada por una serie de empresas que pactaron que las bombillas solamente podrían durar 1.000 horas además de uniformar sus estándares de fabricación. Algunos argumentan que estas asociaciones entre empresas son las responsables de que hoy en día las bombillas no duren tanto como lo hace la del parque de bomberos.

La verdad es que hay una relación entre luminosidad y durabilidad. La bombilla incandescente que lleva 115 años luciendo tiene una potencia tremendamente baja (menos de 4 Watios), mientras que las que se venden hoy en día tienen entre 40 y 100 Watios. Nadie en su sano juicio compraría una bombilla que le durara 100 años pero que ni siquiera cumpliera su función: iluminar correctamente. Por tanto, estamos sacrificando duración por iluminación; aunque hoy en día ambos factores se encuentran bastante avanzados en las bombillas que compramos.

“La bombilla que lleva encendida desde 1901 tiene mucha durabilidad pero apenas luminosidad”

Además, con el rápido avance de la tecnología que estamos viviendo, no saldría rentable comprar una bombilla que durase, por ejemplo, 20 años como ha propuesto Philips: venden una bombilla con una durabilidad mínima de 20 años y su coste es de 50 euros. Es obvio que esta opción no sale rentable ya que a medida que pase el tiempo te iría saliendo más rentable ir comprando bombillas poco a poco que -por el avance de la tecnología- son más eficientes en cuanto a luminosidad y a dinero. Es decir, cada bombilla nueva que compramos nos proporciona más luz y más durabilidad por el mismo precio. Por tanto, el continuo aumento de la eficiencia es el obstáculo por el cual no se fabrican bombillas que duren tanto. Nadie las compraría ya que el cliente acabaría perdiendo dinero.

Para terminar con la famosa bombilla habría que refutar la influencia del Cártel Phoebus. Y es que fue una asociación que sólo duró 15 años pero que, incluso, su duración efectiva fue de unos 6 años ya que empezó a ser totalmente desbancada por la ‘Sociedad Cooperativa Noreuropea Luma’ de origen escandinavo. Y es que, en el libre mercado, las personas siempre elegimos el producto que mejor satisface nuestras necesidades y basta con que una empresa no se junte al cártel y mejore mínimamente su precio para que se lleve toda la cuota de mercado.

“Si todas las empresas se unen para poner precios altos, con que una no se sume y ofrezca un mejor precio ya se lleva toda la cuota de mercado desbancando cualquier unión que perjudique al consumidor”

Entonces, y tras todo este razonamiento, ¿cómo se explica que los objetos que compramos hoy en día duren menos que los de antes? Según mi experiencia personal, puedo afirmar que los electrodomésticos, ropa, automóviles… y en definitiva cualquier objeto antiguo llega hasta nuestros días en perfectas condiciones al menos en cuanto a funcionamiento mientras que los actuales no consiguen durar tanto tiempo. Si estamos en un libre mercado, ¿por qué no elegimos los productos que duren más? La respuesta es porque no queremos y es que la mayor obsolescencia son las el avance tecnológico y las modas.

“La mayor obsolescencia son el avance tecnológico y las modas”

Una prenda de ropa, por ejemplo, no solemos ponerla más de 5 años ya que “pasa de moda”,  “ya es vieja” o simplemente “ya no me gusta”. Por tanto, ¿vamos a pagar por una prenda que dure 10 años cuando a los 5 vamos a dejar de usarla? Yo creo que no; si hacemos un simple ejercicio de economía la respuesta es clara: la prenda que dura 10 años cuesta más que la que dura 5, por tanto compraré la prenda que dure sólo el tiempo que me la voy a poner. De otra manera sería un desperdicio de recursos físicos y dinero.

“Producir un objeto con una durabilidad superior al uso que se le va a dar es un desperdicio de recursos y dinero”

Es posible que muchos no hagáis esos cálculos, pero las empresas sí porque siempre tratan de vender lo que quiere el consumidor. Otro ejemplo es la tecnología: sería estúpido comprar un ordenador muy caro que te dure 25 años, es preferible uno más barato que te dure 10 ya que con el rápido avance de la tecnología el que dura 25 años iba a quedar totalmente obsoleto a los 10 años. Sería un desperdicio de dinero para el consumidor y de buenos materiales en el ordenador.  Una comparativa del avance: en 1980 los ordenadores podían como máximo tener 16 Mb de RAM; sería absurdo que en el año 2.000 (incluso el Windows 2.000 no lo permitía) se usara ese ordenador  cuando ya se manejaba 1 Gb (1024 Mb) y qué decir de las actuales memorias de entre 4 y 16 Gb (incluso hay de 32 Gb).

Otro ejemplo que se suele poner son las impresoras que tenían un chip que hacía que una vez se realizaban ciertas fotocopias se bloquease y tuvieras que comprar otra nueva. No tengo muy claro exactamente qué parte es la que inutiliza el sistema pero según algunos documentales de cierto prestigio es verdad. Informáticos han usado un software que permite que la impresora vuelva a funcionar. Ante este suceso hay que preguntarse: ¿Volvería a comprar una impresora que se para al poco tiempo de uso? Yo lo tengo muy claro: no volvería a comprar impresoras de esa marca e iría recomendando a todo el mundo que no lo hiciese.

Personalmente, no he tenido problema con ninguna impresora y suelo informarme bastante sobre qué producto compro. No obstante, si un producto no cumple con mis expectativas no escatimo en ir advirtiendo a todos mis conocidos de que no lo compren.

Y es que, hay que darse cuenta que el vendedor no es nada sin el consumidor: el boca a boca hace mucho para que la gente compre un producto u otro pero, hoy en día, con toda la información que hay en internet (páginas web, blogs) es totalmente imposible que un mal producto sea vendido.

De lo que no queremos darnos cuenta es que en el momento en el que dejamos de comprar a cierta marca, deja de tener poder sobre nosotros. Sólo mantendrá su poder ofreciendo el mejor producto al mejor precio… o satisfaciendo cualquier otra demanda del consumidor.

“En el libre mercado las empresas sólo ganan dinero satisfaciendo las necesidades de las personas”

Así que, después de toda esta argumentación, no tenga vergüenza de decir en cualquier reunión familiar o de amigos que “las empresas no nos gobiernan” o que “no somos esclavos de multinacionales”. Dígales que el verdadero poder lo tiene el consumidor y que si no le tratan bien, no le sigue comprando, y se lleva su dinero a otro sitio.

“El verdadero poder lo tiene el consumidor”

La verdadera razón por la que debe comunicar esto es el deber: el deber de informar a cada  uno de sus allegados sobre la verdad. De esa forma, aspiraremos a vivir en una sociedad mejor.

 

 

 

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Comentarios(1):

Angel - 21-05-2020

Comparto en parte, pero es verdad que las heladeras, duran 10 años en vez de 40 como antes, las mochilas se desgarran las telas por la mala calidad de la fibra, asi como las pantymedias de Dupont, aca en Argentina, una heladera vale un sueldo de un mes, y no creo la cambien por moda.