José María Agüeros

Educar es conducir al alumno por el camino de la verdad. Camino éste, siempre aderezado de dificultades, vericuetos oscuros preñados de esfuerzo y constancia, horas de rezo y trabajo, veneración por el maestro y asunción del primer peldaño por el aprendiz.

Es hora ya de recuperar el tiempo perdido, ya que, si bien es cierto que cualquier tiempo pasado fue mejor, esta aseveración es inherente a una reflexión encadenada a la Era que nos ha correspondido vivir. Nunca como hoy, la degeneración, cuando no el absoluto desprecio y olvido, medran en los intersticios de lo que en otro tiempo se denominaron Artes Liberales.

Es un elemento clave de renovación de la naturaleza humana. De ella predica su valía o torpeza, su predestinación hacia altas misiones o su arrinconamiento en la cátedra de lo mediocre y ello no debe avergonzar a nadie.

Jakim recorrió el zoco de la Medina con franco temor a ser descubierto por la Orden. El sabía a ciencia cierta que, una vez en su poder el manuscrito, su reloj de arena se agotaba.

Rafael, de purísima y oro, se acomoda la montera y observa de soslayo como sus dos compañeros de lidia le transmiten el respeto que deben a los años.

Terrorismo es la llamada de teléfono avisándote, dándote consejo, diciéndote que abandones tu cargo porque si no... ¡¡¡Tiene narices que te perdonen la vida!!!

Los sucesos narrados a continuación tuvieron lugar en la ciudad de Safed en el año 1.300. ¿O sucedió ayer mismo y en este lugar?

Defiendo Cantabria como Reserva Espiritual de Occidente ya que siento que el montañés que discurre por mis venas, me susurra a diario que esta zona de España es más España que nunca y, al menos, tan cristiana como la que lo sea en mayor grado.

No nos engañemos: la mediocridad es el signo distintivo de la gran caterva de homínidos que brega por las calles de la ciudad de la fama.